Menú Principal

Noticias:

Ahora somos https://www.clubvfrspain.com Actualiza tus páginas guardadas,

Vuelta a la península 2018 - Crónica completa

Iniciado por Txarly, Julio 24, 2018, 12:34:53 PM

Txarly

#20
Día 4 - Valencia-Olula del Río 416 kms

Hoy pasaremos casi de puntillas por Albacete para atravesar la región murciana y acabar en la provincia de Almería, más concretamente en Olula del Río. Recogemos, nos despedimos de Merche agradeciéndole la hospitalidad y bajamos los bultos a la terraza situada junto a la salida del garaje; así alternamos desayunar y cargar las motos. Pongo el navegador más por costumbre que por necesidad, pues será Sergio quien guíe la salida de Valencia y el tramo inicial por Dos Aguas hasta Cofrentes.

Nos ponemos en marcha y dejamos atrás el núcleo urbano dirección Picassent. El día se presenta soleado y con temperatura agradable, y rodamos tranquilos entre polígonos industriales y grandes extensiones de cultivos de fruta. Hacemos una breve pausa en Real, junto a un almacén de maderas, para que Sergio ponga su "GoPlo" y se nicotinice, y enseguida retomamos la CV-435 que, a medida que asciende las primeras estribaciones de la sierra El Caballó, nos proporciona bonitas vistas de la fértil vega valenciana. El contraste con el paisaje serrano es enorme, pues aquí no crece nada, salvo matorrales y monte bajo, y abundan las piedras. A lo lejos en una loma veo un árbol raquítico y solitario que se me antoja el paradigma de la soledad... y de la testarudez.


Estamos en el patio de recreo de Sergio, que, por lo que veo, se conoce la carretera de memoria. La ruta es muy divertida, se retuerce más y más a medida que se adentra en la sierra y es muy disfrutable. Bajo un poco el ritmo para no machacar demasiado a mi sufrida pasajera en las frenadas, y Sergio aprovecha para adelantarse. Me encanta el momento en que, al iniciar el descenso, se ven las casas blancas de Dos Aguas aparecer al fondo, destacando en medio de la roca pelada como un oasis en el desierto. Después de Dos Aguas la ruta gana altura por la ladera, regalándonos una espectacular vista del valle del Júcar y la quebrada con el embalse de Cortes de Pallás. Entre viñedos seguimos por la N-330 dirección sur, más ancha y amplia y con un entretenido descenso hacia Cofrentes, donde paramos a hidratarnos. La visita al castillo ya la hicimos hace un par de años, así que hoy pasamos, pero merece la pena.

A medida que vamos avanzando el paisaje se hace menos agreste y la ruta, más recta e, invariablemente, más aburrida. Pasado Ayora ya es todo llanura castellano-manchega: interminables rectas, campos cultivados y alguna colina de vez en cuando, a lo lejos, como para romper la monotonía del paisaje. Contorneamos Almansa, con otro castillo interesante y con una estampa espectacular, también viejo conocido, y seguimos hasta Yecla, ya en la región murciana, donde paramos a comer en la primera terraza que encontramos. El local resultó ser el Sambódromo, donde sirven unos bocatas originales, deliciosos y a buen precio, muy recomendable. En el polígono a las afueras echamos gasolina en una estación atendida por dos simpáticas rumanas, y a una de ellas le faltó poco para venirse de pasajera con Sergio :eusa_whistle:

Castillo de Almansa

En Jumilla intentamos visitar el castillo pero, desgraciadamente, sólo se puede fines de semana y festivos... y hoy es jueves  :bawling: Seamos positivos, ya tenemos excusa para volver. Seguimos por la RM-714 hasta Cieza y luego RM-532, más estrecha y algo bacheada, mientras la Sierra del Oro se hace cada vez más presente a nuestra izquierda. El tramo final es bastante revirado y sube un poco por la ladera, con asfalto algo degradado y bonitas vistas del valle del Segura a nuestra derecha. Siguen más llanuras cultivadas y rectas interminables, y calidad de la vía va variando de manera desconcertante: de ser estrecha, parcheada y sin apenas pintura pasa a un asfaltado impecable con dos vías perfectamente señalizadas, sólo para volver a algo intermedio a los pocos kilómetros. Lógica murciana, supongo... El caso es que entre cambios de asfalto, baches y calor -que empieza a apretar- pienso que una parada nos vendrá bien, y la primera terraza que encontramos fue en El Niño, un pueblín poco antes de Mula, donde unos granizados de limón nos sentaron de maravilla.

Rodeando la sierra de Espuña por el noroeste, una C-5 estrecha y de asfalto aceptable nos lleva entre riscos y trigales aún verdes hasta la C-9 y, después, con un paisaje cada vez más llano y amplio, hasta Lorca. Aquí es castillo no es visitable, a menos que te alojes en él, pero subimos para admirar sus murallas y, sobre todo, la vista desde lo alto. Aparcamos lo más arriba posible, junto a la parada del tren turístico, donde por cierto está prohibido, pero como estaremos poco tiempo -se nos va haciendo tarde- y no vamos a alejarnos, infringimos la ley, como los moteros malotes que somos  :jodete3:

Castillo de Lorca

Bajamos al casco urbano, llenamos los depósitos y, como vamos algo pegados de tiempo, enfilamos la A-7 hasta la salida 547, donde remontamos el río Almanzora por un paisaje cada vez más desértico. La carretera se desdobla enseguida en autovía y rápidamente llegamos a la salida de Olula del Río, aparcando frente al apartamento que habíamos reservado. La chica del ático, con quien estábamos en contacto por waxap, nos esperaba y nos hizo el tour del piso, dejándonos solos después de darnos las llaves. Nos cambiamos y salimos a dar una vuelta, aunque el pueblo se ve rápido y no tiene gran cosa, de modo que hicimos el 'casting' de restaurantes, para ver donde cenar y desayunar.

ALOJAMIENTO
Ático en Olula del Río - 50€
Avenida del Almanzora 5, 4b, 04860 Olula del Río
+ Espacioso, luminoso, 3 dormitorios
+ 2 baños, sólo 1 con ducha
+ La chica que nos dio las llaves fue supermaja

josegabi

Otro que se apunta a leer y ver como se escribe en detalle unas vacaciones en condiciones con la V

Muchas gracias por tu esfuerzo y constancia.  :drink5:
Adelantate a ofrecer, lo que sabes que te van a pedir y no tienes mas remedio que dar.

Txarly

#22
Día 5 - Olula del Río-Antequera 435 kms

Amanecemos con sol a raudales; a ver que tal se nos da el desierto de Tabernas... hoy bajaremos hasta el cabo de Gata para después atravesar las alpujarras. En la granaína nos espera Fuly, nuestro guía local, que, si le dejamos, nos meterá por cualquier carretera con curvas que encontremos. Luego bajaremos a la costa hasta Vélez-Málaga, para desde ahí subir a Antequera. Inicialmente había pensado en ir por Níjar, pero ante el previsible hartón de curvas que nos espera en la Alpujarra, lo hablamos y decidimos rodear la sierra Alhamilla por el oeste.

Después de desayunar unas deliciosas tostadas con jamón en una cafetería muy poética, empaquetamos todo, llenamos depósitos y nos ponemos en ruta. El día se presenta soleado pero no hace calor, al menos de momento. La A-349 serpentea ascendiendo la ladera norte de la sierra de Los Filabres, que por este lado presenta un paisaje de suaves ondulaciones con abundantes zonas boscosas. El asfalto está en buen estado y el trazado es sinuoso, de curvas amplias y entretenido. Llaneando entre lomas los árboles van desapareciendo, sustituidos por matorral y un aspecto más como de páramo, con pequeños olivares cuando pasamos cerca de algún pueblo. Coronando la sierra por el collado García, a 1200 y pico metros, la VFR marca 9ºC; menos mal que Sergio al final no se vino con la cazadora de verano. Hay una bonita vista, aunque el terreno está muy pelado, y se aprecia claramente la sierra Alamilla al fondo a la izquierda. Según descendemos la temperatura va tomando valores más razonables, y el paisaje es ya claramente desértico. Rodamos entre colinas rocosas cubiertas de matojos por una carretera cada vez más recta; sólo faltan los saguaros y los sioux.

Desierto de Tabernas

Pasamos junto a una planta termosolar que parece en desuso y, poco más allá, Sergio nos adelanta, hace unos gestos y se detiene en el arcén. Paramos y nos explica que ha visto que en nivel de gasolina descendía muy deprisa, pero ni huele a gasolina ni se aprecia fuga alguna, de modo que seguimos a ritmo suave -la carretera recta tampoco invita precisamente a rascar estriberas- y vigilando con atención una posible fuga. El problema, si es que lo había, no se reprodujo mientras rodamos juntos, de modo que supongo que sería algún error pasajero en el aforador o en su electrónica. La única consecuencia fue el cachondeo que tuvo que soportar Sergio sobre "esa 650 que chupa como una RSV mille" el resto del viaje.

Fort Bravo

En el desierto de Tabernas en los años 60 se edificaron varios pueblos estilo 'salvaje oeste' donde se rodaron, supongo que a bajo coste, algunas escenas de los archiconocidos 'spaguetti western' de Sergio Leone ('Por un puñado de dólares', 'La muerte tenía un precio' y 'El bueno, el feo y el malo'), entre otras películas. Ya en el siglo XXI, algunos de estos pueblos fueron el escenario de series, y en la actualidad los han reconvertido en parques temáticos del lejano oeste con espectáculos y la opción de disfrazarte de vaquero. Se llaman Fort Bravo y Oasys (antes llamado Yucca City)

Se hace raro atravesar una paisaje tan desértico y que la temperatura no suba de 19ºC, pero tampoco nos vamos a quejar por eso :risa3: A medida que avanzamos por la autopista empiezan a aparecer más y más invernaderos, y a la altura del aeropuerto de Almería, un auténtico mar de plástico blanco nos rodea. Bajando hacia el mar el terreno es ahora una planicie desértica rota solamente por la blancura de los pueblos, algún invernadero de vez en cuando y, al fondo, el perfil irregular de la sierra del Cabo de Gata, nuestro destino.

Pitas en floración

La carretera es una recta infinita, interminable, o esa impresión da.  Pasamos junto a un bosque de pitas, y sorprende ver tanta planta en floración. Pasado el viejo (y cochambroso) torreón de San Miguel empieza una playa literalmente kilométrica que supongo en verano se verá mucho más concurrida que ahora, casi tan desierta como el paisaje circundante. Unas montañas de sal nos recuerdan que a nuestra izquierda hay unas salinas, que marcan el inicio de la subida a la sierra. Curvas, ¡por fin! La carretera está en buen estado y ofrece bonitas vistas de la llanura que hemos dejado atrás y del cabo, que ya aparece ante nuestros ojos.

Cabo de Gata

Paramos junto al faro y permanecemos un rato admirando el extraño paisaje volcánico que nos rodea, un extraño contraste con las aguas verdeazuladas que lo bañan. Luego deshacemos el camino, y me doy prisa en adelantar a una autocaravana antes de que empiecen las curvas del cerro. Echamos gasolina y bebemos algo, y seguimos ruta dejando atrás las rectas interminables, contorneando Almería por la A-7 hasta El Ejido. Es increíble la cantidad de invernaderos que hay, si lo de antes era un mar, esto es un océano.

https://www.youtube.com/watch?v=Kc8guk0oZcw
Videoresumen del tramo Olula - cabo de Gata

Nos adentramos en la alpujarra almeriense subiendo por la ladera de la sierra, que se alza a nuestra derecha. El paisaje sigue siendo desértico, mayormente rocoso, con manchas de verdor y con grupos de invernaderos dispersos, cada vez más escasos. Pasado Berja el paisaje se suaviza, es menos agreste y con más cultivos, y la carretera se retuerce menos. Cometo un error y me paso el desvío de la A-348, así que aviso (a Sergio con la clásica señal del índice en vertical girando, y a Revoltosa por el intercom, más fácil) y en cuanto puedo doy la vuelta y enmiendo mi error. El cruce es curioso, han puesto dos rotondas seguidas, y ofrece una vista espectacular del valle hacia el oeste.

https://www.youtube.com/watch?v=RhlshlFYG-M
Videoresumen del tramo cabo de Gata- Alpujarras

El cielo se ha ido cubriendo, pero no pinta mal, al menos de momento, y entramos en la alpujarra "granaína" por una carretera con asfalto aceptable, bonita y entretenida. Empiezan a abundar los almendros y algún que otro cultivo mientras el terreno se riza y la ruta se hace más divertida; una lástima que las nubes nos impidan ver Sierra Nevada. Atravesando un tramo en obras uno de los operarios me pinta una sonrisa al saludarnos haciendo una 'V' al pasar. Acercándonos a Torvizcón la carretera se encajona un poco en una zona algo más abrupta, y bailando de lado a lado llegamos a la gasolinera del pueblo, donde nos ya espera, con una sonrisa de oreja a oreja, nuestro amigo Fuly. Después de los abrazos, risas y bromas, y alguna foto recuerdo, Fuly nos guía hasta Trevélez, uno de los pueblos más altos de la península (1,476 mts.), famoso por sus jamones, donde vamos a comer. La ruta es estrecha y revirada, con buen asfalto y muy divertida. Se me hace raro no ir guiando, pero sigo consultando el navegador para anticipar el trazado. Descendemos hasta cruzar el río Guadalfeo y por una ruta ratonera muy entretenida vamos ascendiendo poco a poco la ladera sur de Sierra Nevada bajo un cielo cada vez más cerrado y amenazador.

Encuentro en Torvizcón. Foto: Fuly


Trevélez

Las blancas casas que aparecen al fondo a la izquierda nos indican que estamos cerca, y en breve aparcamos frente al Mesón Joaquín, donde un bosque de jamones colgados del techo nos dan la bienvenida. En sitios así es donde echas de menos un maletero...

Bosque de jamones en el mesón Joaquín

Comemos estupendamente de menú y, al ponernos en ruta, empieza a chispear. A medida que descendemos nos vamos sumergiendo en nubes y por un instante me parece estar bajando la cara norte de Pajares, tal es la niebla y el 'orbayu' que nos rodea. En Pórtugos paramos en la Fuente Agria, un manantial de aguas ferruginosas con propiedades medicinales. Merece la pena bajar los escalones que llevan a la fuente para apreciar el inusual tono anaranjado que impregna todo, en vivo contraste con la vegetación que cubre este sombrío rincón.

Fuente Agria, "orange is the new black"  ;D

Entre niebla y llovizna seguimos bajando; una lástima que el tiempo no acompañe porque el asfalto está en buenas condiciones, y este trazado sinuoso debe ser muy divertido. Del paisaje no puedo decir gran cosa, dada la escasa visibilidad. Al rato se hace evidente que nuestro guía indígena no está acostumbrado al agua y, pasado Órgiva, me pongo delante con intención de acelerar un poco el ritmo. Cuando ya no llueve y el asfalto se va secando, hago gestos a Fuly y Sergio para que pasen delante y me quedo cerrando el grupo. Y en buena hora, porque cuando atravesábamos la garganta del Guadalfeo poco antes de Salobreña, de la moto de Sergio se desprendió la funda de la bolsa del asiento trasero, por suerte sin darnos. Mientras detengo la moto toco la bocina para avisar a Sergio y explico a Revoltosa lo que ocurre por el intercom. Rápidamente se baja y va corriendo a recuperar la funda, que ha quedado tirada en el arcén, mientras yo reculo remando para facilitarle la vuelta. Cuando ya ha vuelto, aparece Sergio preguntando si la funda nos había dado, imagino que inquieto por las posibles consecuencias. Por suerte no pasó nada y Sergio pudo volver a tener una bolsa impermeable... más o menos.

Desde Salobreña seguimos paralelos a la costa por la N-340, con bonitas vistas y muy entretenida hasta Nerja. Como cabe esperar hay más tráfico, pero tampoco es excesivo, y el tiempo mejora a ojos vista. Tras un breve descanso en Nerja, cogemos la A-7 hasta Vélez-Málaga para ganar algo de tiempo, y siguiendo la A-356, salimos de la Axarquía por el norte. Asfalto ya seco, curvas amplias y buena visibilidad nos permiten avanzar ligeros. Dejamos el embalse de la Viñuela a nuestra derecha y seguimos por un paisaje de suaves colinas con abundancia de olivares y trigales. En Casabermeja, concentrado en el navegador, no veo el cartel "A-45 Antequera" y sigo por la A-7075, que tiene pinta de ser la vieja carretera: tráfico casi inexistente, bonito paisaje del Torcal y trazado revirado y entretenido. El problema es que llevamos ya un buen tute y la autopista era una opción más apetecible, como "sutilmente" me hicieron ver más tarde mis compañeros de ruta. En cualquier caso, la carretera es muy entretenida y las vistas del Torcal y los valles de alrededor son extraordinarias. Y la guinda llega cuando entras en Antequera desde el sur por la A-343 y te encuentras con la alcazaba sobre su promontorio, rodeada por un bosque y en medio de un conjunto de casas blancas reluciendo al sol.

Alcazaba de Antequera. Al fondo, la peña de los enamorados

A la entrada de Antequera nos separamos, ya que dormimos en distintos hoteles. Llegamos a eso de las 8 de la tarde y el atasco en el centro es monumental, y acabo remando por la acera en contradirección para evitar una vuelta infernal. El hotel parece un bar normal hasta que descubres la puerta que lleva a la micro-recepción y el ascensor. Nos atiende una chica muy maja que nos enseña varias habitaciones del tercer piso para que escojamos. Al final, temiendo el esperable jaleo del bar, nos quedamos con la más alejada. Después de cambiarnos, esperamos a que pasase el follón del tráfico y llevamos la moto al cercano garaje subterráneo que nos proporcionaron en el hostal y salimos a patearnos Antequera y cenar.


ALOJAMIENTO
Hotel Mesón El Número Uno - 40€ hab. doble con baño
Lucena, 40, 29200 Antequera
+ Personal encantador
- El armario era de pésima construcción

jaem

"No hay lugar en el mundo
donde mi imaginación
no me pueda llevar"

Txarly

#24
Día 6 - Antequera-Sevilla 238 kms

En la cena habíamos acordado no irnos de Antequera sin visitar al menos, los dólmenes y la alcazaba que tan buena impresión nos causó a la llegada. De modo que, después de desayunar (y aprender lo que es el lagarto ibérico), cargamos la moto y nos encaminamos al aparcamiento del sitio de los dólmenes, donde hemos quedado, puesto que abre antes (a las nueve, creo recordar)  Un sábado por la mañana no hay atascos, pero sí encontramos varias calles del centro cortadas al tráfico "por procesión", obligándonos a dar un buen rodeo que nos hizo llegar cinco minutos tarde y aguantar el pitorreo correspondiente :risa1:

En el edificio de recepción fueron muy amables y, después de anotar nuestros lugares de procedencia, nos guardaron cazadoras y bolsas sobredepósito en un despacho, cosa que nos facilitó la visita. Tras un breve paseo llegamos al primer dolmen, el de Viera, así llamado en honor de los hermanos que lo descubrieron en 1903. Consta de un pasillo rectangular de grandes piedras planas, de unos 20 mts. de largo y 1m85 de alto, estrecho sin agobios y acabado en una sala, la cámara funeraria. El acceso a la sala se hace por una ventana casi cuadrada, pero una barra metálica y un panel de metacrilato lo impiden. 

Interior del dólmen de Viera

El camino circular que lleva al siguiente dolmen rodea su túmulo, ofreciendo una bonita vista del valle. En el paisaje destaca el inconfundible perfil de 'cara de indio' de la "peña de los enamorados", cuyo nombre procede de una leyenda medieval tipo Romeo y Julieta. Según ésta, unos jóvenes enamorados, él cristiano y ella musulmana, huían de las tropas del padre de ella y se refugiaron en la peña. Al verse acorralados, saltaron al vacío desde lo más alto, cogidos de la mano, para estar juntos en la eternidad. Puede verse que lo de los pactos suicidas viene de lejos...

En el dolmen de Menga te sorprenden varias cosas; primero, la enorme piedra que hace de techo a la entrada, plana por abajo pero irregular por arriba, causándote una cierta aprensión al entrar. Una vez dentro, son las grandes dimensiones (3,5 mts de alto y hasta 6 mts de ancho) y la existencia de 3 pilares intermedios lo que te sorprende. Y cuando llegas al fondo, un enigmático pozo excavado, perfectamente circular y de ¡veinte metros! de profundidad. La última sorpresa te la llevas al salir, pues es cuando te percatas de que el dolmen está perfectamente orientado con... la peña de los enamorados, al noreste en vez tener la boca hacia este. Normalmente este tipo de enterramientos apuntan al lugar por donde sale el sol en el solsticio de verano, simbolizando el renacer a la vida. Si queréis saber más detalles y cómo se construyó, visitad  https://afanporsaber.com/malaga-prehistorica-el-dolmen-de-menga#.W0d94tUzayo

Interior del dólmen de Menga

Finalizada la visita, y tras un breve recorrido, aparcamos las motos frente a la alcazaba, junto a la iglesia de Santa María de Jesús. Caminando contorneamos la alcazaba por el sur, pasamos junto a la colegiata de Santa María la Mayor y llegamos al "arco de los gigantes", la puerta de entrada al recinto, añadida en 1585. La alcazaba (del árabe al-qasabah, 'la ciudadela') fue construída en el siglo XIII sobre los restos de un castro romano.

Vista este desde la torre del homenaje


Vista este desde la torre Blanca

Con las entradas, que también dan acceso a la colegiata, nos proporcionan audioguías, y la amable chica accede a guardarnos cazadoras y bolsas en uno de los cuartos de guardia, reconvertido en pequeño almacén. Aún no resultando espectacular, la visita de la alcazaba merece la pena. Resulta curioso encontrar dos escaleras en la torre del homenaje, cada una dando acceso a uno de los dos niveles, y hay unas fantásticas vistas desde la torre y el camino de ronda.

Vista norte desde la torre del homenaje

La colegiata de Santa María la Mayor, de un estilo entre el gótico y el renacimiento, data de inicios del siglo XVI. Tiene una fachada interesante, y una vez en el interior, llama la atención el contraste entre la blancura de paredes y columnas y el color caoba del bonito artesonado estilo mudéjar del techo. También nos sorprendió la total ausencia de asientos, pero, sobre todo, un paso de procesión con un horrible dragón de siete cabezas con una torre en su lomo sobre la que va una imagen de la Virgen con un sagrario en su mano derecha. Supongo que representa la Virgen del Apocalipsis ("Apareció entonces otra señal en el cielo: Un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas" Apocalipsis 12,1-17)

Interior de la colegiata y paso del dragón apocalíptico

Acabada la visita bebimos unos refrescos en una terraza y nos pusimos en ruta. Salir de Antequera nos tomó algo de tiempo por culpa del atasco, supongo que ocasionado por las calles cortadas "por procesión". Superado éste, rellenamos depósitos y salimos, ahora sí, del núcleo urbano, siguiendo los carteles dirección Sevilla. Enfilando la A-92 el navegador me indica que vamos mal, el plan era pasar por Grazalema. Desechando la idea de parar en el arcén -por lo peligroso- tomo la primera salida que encuentro, paro en la rotonda y expongo la situación. Por unanimidad decidimos seguir con el plan, así que damos media vuelta y seguimos hacia el oeste por la A-384. El terreno es ahora plano y la ruta, con grandes rectas y bien asfaltada, flanqueada por diversos cultivos: trigo, maíz, oliva, girasol... Pasado Almargen (sí, un pueblo se llama así) pequeñas colinas alegran el paisaje y la carretera, más sinuosa a medida que sorteamos la sierra del Tablón.

Contorneando Olvera, una señalización deficiente y mi falta de atención al navegador hacen que pase de largo en el desvío previsto de la N-342. En mi descargo debo decir que el tornillo que fija la base del soporte del navegador se había aflojado, de manera que el móvil vibraba, dificultando su lectura (de hecho, me veía obligado a sujetarlo con la mano izquierda para poder leerlo) Damos media vuelta y seguimos hacia el sur, por un bonito paisaje de colinas cubiertas de olivares y algún que otro trigal. La carretera es más estrecha y retorcida, subiendo y bajando entre colinas, desde luego más divertida que la anterior. Pasamos junto a un gran rebaño de cabras que, a juzgar por la alfombra de 'conguitos' que cubre el asfalto, ocupaba toda la carretera unos minutos antes. De haber pasado media hora antes, nos podíamos haber llevado un susto.

Hacemos una breve parada que aprovecho para apretar el tornillo del soporte del navegador con una allen de Fuly y seguimos ruta con un ojo en el cielo; se ha ido nublando y en dirección sur pinta muy mal. Sospecho que Murphy debe tener algo que ver, ya que Grazalema está justo al sur. Pasado el desvío divertido, retomamos la A-384 y paramos a comer en una venta en Algodonales. Confirmando nuestros temores, un pequeño chaparrón nos obliga a cambiar de mesa y comemos de menú compartiendo la terraza cubierta con una docena escasa de paisanos, todo hombres, que hablan a grito pelado montando un escándalo como si fuesen cien.

Como al sur sigue cayendo con fuerza, decidimos dejar la visita a Grazalema para una menos húmeda ocasión y tiramos al oeste por la A-384, inicialmente algo rizada para pasar a ser recta y aburrida a medida que el paisaje se va haciendo más y más llano. De camino nos pilla un chaparrón, nada serio, mientras contorneamos el embalse de Bornos y giramos hacia el norte por la CA-402, más estrecha y con el asfalto algo peor. En otro pueblo con nombre gracioso, Espera, vemos un cartel de "Castillo" e improvisamos una parada, no sin antes recorrernos el pueblo entero dos veces a diferentes alturas. Resultó que el castillo estaba cerrado, pero pudimos apreciar la vista y descansar un ratito.

Espera vista desde el castillo Fatetar

Una vez en la A-371 avanzamos entre leves ondulaciones del terreno cubiertas casi enteramente de trigales y olivares hasta la N-IV, que tomamos rumbo norte. Murphy vuelve a la carga en forma de enorme nubarrón negro descargando sobre Sevilla capital, o eso parece visto desde aquí. Parece que vamos a poder comprobar si es cierto que la lluvia en Sevilla es una pura maravilla.  Dadas las circunstancias decidimos parar y esperar un poco a ver si pasa; parece lógico pensar que la tormenta no durará mucho.

https://youtu.be/Qm7NSvaOrK0
La lluvia en Sevilla...

El primer garito con aparcamiento techado que encontramos es una venta poco antes de llegar a Dos Hermanas, en una zona de obras. El lugar transmite una sensación rara, mezcla entre abandono y desasosiego: está casi vacío, situado ligeramente separado de la antigua N-IV, con mucho menos tráfico desde que hicieron la autopista que avanza paralela, y se nota en el aspecto viejuno del edificio de dos plantas. Con las motos a cubierto nos sentamos en una mesa en el porche (que la lluvia y el viento nos hicieron abandonar más tarde) y pedimos unos refrescos mientras permanecemos atentos a la evolución del nubarrón. Y estando allí, sentados en medio de ese erial plano, viendo llover y escuchando una voz robotizada procedente del interior que cantaba periódicamente los numeros del bingo al que jugaban un grupo de viejillas que no sé de dónde puñetas habían salido, tuve la neta impresión de estar en un "road movie". Pasados tres cuartos de hora decidimos que lo peor había pasado y nos ponemos en marcha, despidiéndonos con pena de Fuly que se vuelve a "Graná". La entrada en Sevilla no tiene más historia, nos llovió un poco -la cola de la tormenta- y el navegador nos guió hasta la puerta del apartamento. Motos al aparcamiento subterráneo, equipaje al apartamento, turnos de ducha, ropa "de civil" y a patear Sevilla con una amigas.


ALOJAMIENTO
Apartamentos Sevilla 247,5€ por 2 noches (A 4 son 30,9€ por persona y noche)
Jesus del Gran Poder 100, 41002 Sevilla
+ Muy buena ubicación en el centro
+ Aparcamiento en el mismo edificio, precio razonable
+ Personal amable y servicial
+ Bien equipado, limpio, espacio para 4 adultos
- Sólo un cuarto de baño

Sonic

¡¡qué gustazo de diario!!

Unas imágenes fotográficas interesantes a la par que excelentes y un estilo narrativo intrigante y digno de publicarse...
[url=http://www.clubvfrspain.es/index.php?topic=26849.0]PIEZAS VTEC[/url] / [url=https://www.dropbox.com/sh/vjla9d67zfyyg73/AAAF4Yza-LVkRnXavRhhlE5ea?dl=0]MANUALES[/url]

jaem

Te seguimos con gusto y atención.

Ya está la crónica por mi tierra, ole.

Cuando termines la tuya, empezaré la mía de este año.
"No hay lugar en el mundo
donde mi imaginación
no me pueda llevar"

Txarly

Gracias por los comentarios elogiosos y disculpad el retraso... que lo de la videoedición me lleva un montón de tiempo.
Seguiré añadiendo nuevas etapas y videos según van saliendo del horno.
Saludotes y buena ruta !!
:victory:

Txarly

#28
Día 8 - Sevilla-Silves 253 kms

Si te has dado cuenta de que hemos pasado del día 6 directamente al día 8, te felicito por tu capacidad de observación. No hay error, ni me salté el día en que enseñaban  a contar en Barrio Sésamo; sencillamente pasamos 2 noches en Sevilla, y el segundo día no tocamos la moto, sino que fuimos a pie a todas partes.

Vista desde el puente de Triana

Sevilla tiene muchísimo que ofrecer a muchos niveles: cultura, gastronomía, espectáculos, entretenimiento, etc., e intentar listarlo aquí sería harto pretencioso por mi parte, sin mencionar que alargaría bastante más esta ya larga crónica. Sólo comentar que se celebraba el 400 aniversario del nacimiento de Murillo y había un montón de actos organizados por todo Sevilla.

Panorámica desde las Setas

Estuvimos visitando el hospital de la Caridad, magnífico barroco sevillano del siglo XVII adornado con preciosos azulejos holandeses en el patio y diversas pinturas en el interior, incluyendo algunas de Murillo. Los cuadros de Murillo se encuentran hoy distribuídos por distintos museos del mundo, que los compraron a los herederos del mariscal francés que los robó del hospital durante la guerra de independencia.

Azulejos del patio del hospital de la Caridad

Hubo también animaciones con músicos y cómicos vestidos de época, y pudimos asistir a una demostración de zanfoña, una especie de violín mecánico con un teclado y una rueda que se acciona con una manivela. En el vídeo adjunto podéis ver un ejemplo de música medieval de zanfoña, a cargo del maestro búlgaro Andrey Vinogradov.

Una vez cargadas las motos, nos tomamos un café con Laura, que ha tenido el detalle de venir a despedirse. También nos despedimos de Sergio, que se vuelve a Valencia; el resto del viaje lo haremos solos Revoltosa y yo (y la Espe, claro) El cielo está cubierto pero con nubes altas, no de lluvia, y rondamos los 20ºC, lo que para Sevilla en Mayo es un raro lujo. Y con una mezcla de pena y alegría (por los que quisieran venir y no pueden, y por la emoción del viaje) salimos de Sevilla por el "puente de los leperos".  La primera parada prevista es aún en suelo español, Huelva. Siendo lunes sabemos que el monasterio de La Rábida estará cerrado, pero queremos ver Palos e intentar ver las carabelas. Los poco más de cien kilómetros pasan rápido por la A-49, por grandes rectas atravesando campos cultivados, y enseguida estamos contorneando Huelva por la H-30. El terreno es ahora llano a más no poder y abigarrados conjuntos de alambicadas tuberías denotan la presencia de industrias petroquímicas. Dejando el monumento a la fe descubridora a nuestra derecha cruzamos por el puente la desembocadura del río Tinto. La verdad, con tanta industria la zona no es bonita, por mucha historia que tenga.

Revoltosa, la Espe y el muelle de las carabelas

Aparcamos en la rotonda del monumento al Plus Ultra y, en el portalón que da entrada al muelle, hablamos con un currito que muy amablemente nos explica que está cerrado al público. Al otro lado del portalón otro currito, que sin duda nos ha oído, nos lanza una mirada torva y ostentosamente cierra el portalón en nuestras narices. Encantador personaje.  Además de las réplicas de las dos carabelas (la Pinta y la Niña) y la nao (la Santa María), construidas en 1990 para los fastos del quinto centenario del descubrimiento, hay un centro de interpretación y la reproducción de un barrio portuario de la época.

La Pinta, la Niña y la Santa María. Foto: Jorge Suárez

Hacemos algunas fotos y nos ponemos en ruta; ya volveremos otro día que esté abierto y le haremos una pedorreta al tío borde ése. Retomamos la A-49 hacia el oeste dejando Lepe a nuestra izquierda y al poco tiempo aparece ante nuestros ojos la estructura del puente de tirantes que flanquea el Guadiana, frontera natural de Portugal. Vemos, al sudeste, suaves colinas que encuadran Ayamonte, y al sudoeste, las marismas que separan Vila Real de Santo Antonio de Castro Marim. Y entrando en tierras portuguesas, viajamos en el tiempo: hay que retrasar el reloj una hora.

Ponte Internacional do Guadiana. Foto: Flickr

En la A-22, continuación de la A-49, se halla uno de los cuatro "Welcome Points", puntos donde activar el peaje electrónico sin la vaina de pasar por una oficina de correos. Con la experiencia que ahora tengo de Portugal, estoy convencido de que en correos te atenderán maravillosamente, pero eso no lo sabíamos al planear el viaje y por ello escogimos este punto de entrada. Para las motos hay un carril especial, con un asfaltado rojo oscuro como si fuese un bidegorri -carril bici-, bien señalizado, con el terminal al final. Con el sistema Easytoll unas cámaras leen tu matrícula y la asocian a la tarjeta de crédito que introduces en el terminal, que parece un sistema de peaje automático normal. Deja de parecerlo cuando te devuelve la tarjeta y un recibo-sábana de 50 cms con tu matrícula. Tiene una validez de 30 días y un costo total de 1,06€, más los peajes electrónicos que cruces, en nuestro caso fueron dos o tres nada más. Más info aquí: http://www.portugaltolls.com/es/web/portal-de-portagens/home

Una vez resuelto el tema del peaje electrónico fácil y rápidamente, podemos rodar tranquilos. La idea es evitar las 'autofistras' en la medida de lo posible, pero si por un cochino euro y cinco minutos vas de legal y evitas situaciones incómodas, no hay ni que pensárselo, ¿no? En la primera salida dejamos la autopista, contorneando Castro Marim entre marismas hasta llegar a la N125. La siguiente parada prevista es Faro, y rodamos tranquilos, tomándole el pulso a las carreteras y los conductores portugueses. Enseguida descubrimos que son muy amables y se apartan para dejarte pasar con bastante frecuencia, casi como en Francia. La ruta es bastante recta y el asfaltado, sin ser deficiente, con frecuencia está agrietado y con la pintura desvaída. No es precisamente nuevo, pero no hay baches ni agujeros y puedes rodar tranquilo. El paisaje es mayoritariamente plano, con leves ondulaciones, abundantes campos cultivados con algún bosquecillo disperso y numerosas travesías; incita a conducir tranquilo, disfrutando del viaje, y eso hacemos.

Torre de la catedral de Faro

Una vez en Faro, aparcamos a la sombra de unos árboles frente a la 'igreja do Carmo', con una bonita fachada pero cerrada por ser hora de comer. Entramos en un bar-restaurante cercano, pero el interior oscuro, casi tenebroso, la decoración viejuna con taburetes forrados de skay rojo clavados al suelo y el aspecto cutre en general hacen que se nos pase el hambre de repente y nos contentamos con dos refrescos. Salimos enseguida, contentos de volver al luminoso exterior, y bajamos dando un paseo al puerto, descubriendo los jardines del puerto y la entrada al casco antiguo por el bonito "Arco da Vila".

Detalle del interior de la catedral

Nos llama la atención que hay "overbooking" de cigueñas, imagino que porque en las marismas circundantes capturan sus presas. El casco antiguo son casas de dos plantas, de similar construcción y pintadas de blanco, formando un conjunto homogéneo y agradable de ver. Enseguida llegamos a una gran plaza adoquinada donde destaca la catedral de Faro, erigida en el siglo XIII tras la reconquista. Fue saqueada y quemada por los ingleses en 1596 y reconstruida tras verse afectada por el terremoto de 1755, aunque cuando ves el campanario, parece que la reconstrucción se les quedó a medio hacer. El interior es muy bonito, decorado con las típicas cerámicas azules, un órgano no muy grande pero muy vistoso y diversas tallas de madera de bella factura. Desde lo alto de la torre hay unas bonitas vistas de la ciudad y los alrededores.

Faro desde la torre de la catedral

Salimos de Faro por una autovía de asfalto mejorable que lleva hacia la autopista, aunque nosotros seguimos por la N125, entre suaves colinas y grupos dispersos de edificios bajos. En Lagoa giramos hacia el norte por una autovía en buen estado que vuelve a ser carretera apenas nos alejamos de la A22. Llegando a Silves lo primero que ves es el 'castelo' de piedra color rojo oscuro en lo alto de la colina, dominando el valle y el río, un magnífico ejemplo de arquitectura musulmana de la época.

Vista general de Silves

Construído en el siglo XI, el castillo acogió al rey poeta Al-Mutamid, el último rey abadí. Cometió el error de pedir ayuda a los almorávides, unos integristas islámicos de entonces, para luchar contra los cristianos. Los almorávides lucharon, sí, pero también le desposeyeron de su reino (y, ya que estaban, conquistaron los otros reinos de taifas) y lo desterraron a África, donde murió a los 55 años de edad. El castillo pasó a manos cristianas en 1189, tras un violento asedio de las tropas del rey Sancho I (el de Portugal), fue retomado por los almorávides dos años después y vuelto a conquistar por los portugueses en 1253. Hoy puede verse una estatua de Sancho I, en actitud de "que te meto, chaval", a la entrada del castillo.

Estatua del rey Sancho I "el poblador" a la entrada del castillo

Cuando llegamos al hotel/restaurante, situado a la orilla del río junto al puente viejo -de ahí su nombre, imagino-, no hay nadie porque los lunes cierran el restaurante. Tras una breve conversación en inglés con el número indicado en la reserva, al poco tiempo aparece una mujer con una permanente expresión de lástima y que sólo habla portugués, de modo que nos apañamos en 'portunhol'. Muy amablemente nos indica donde guardar la moto, en lo que fue el patio de carruajes de una antigua venta, hoy reconvertida a moderno hotel. Desde la ventana de nuestra habitación hay una bonita vista del pueblo y del castillo, y pronto salimos a recorrerlo y turistear un poco.

Aparte del principal reclamo, el castillo, también merece la pena visitar la catedral. Acostumbrado a las paredes de piedra en este tipo de edificios, sorprende encontrarte con una catedral de estilo gótico temprano con las paredes encaladasy remates ocres en las esquinas. El resto del pueblo es agradable pero tampoco tiene mayor interés y se recorre enseguida. Antes de cenar hicimos algunas compras: Revoltosa encontró unas sandalias de cuero que eran justo lo que buscaba desde hace tiempo, de modo que se llevó dos pares y hizo que me llevase otro para mí. El abuelete de la tienda se puso tan contento por la venta que le plantó dos sonoros besos a Revoltosa, y sospecho que nada más porque estaba yo delante. Por mi parte, aproveché una ferretería abierta comprando una llave allen fina para apretar una pieza del casco. Para la cena escogimos la "Churrasqueira Valdemar" donde afirman tener "o melhor frango do Algarve". Es aún pronto, pero ya hay bastantes comensales, y nos sentamos en una mesita en la terraza, separada de la mesa siguiente lo justo para que no parezca un comedor comunitario. Aquí no hay menú, si vienes es a comer "frango piri piri" o, excepcionalmente, pescado a la brasa.

Frango piri-piri. Foto: FoodGeek

En una parrilla grande se afana un cocinero, untando los pollos con la salsa, y mientras tanto nos sirven las bebidas y una ensaladita. El pollo, algo picante, está delicioso, y para finalizar nos sirven un platito de dulces variados a modo de postre. La verdad, por 8€ por cabeza está francamente bien, aunque si eres muy-muy comilón quizá te sepa a poco.


ALOJAMIENTO
Ponte Romana 70€ hab. doble con baño, desayuno incluído
Horta da Cruz Ladeira de S. Pedro, 8300-033 Silves, Portugal
+ Desde la habitación hay una bonita vista del pueblo y del castillo
+ Desayuno rico y abundante
+ Antigua venta reconvertida con interesante decoración (como la colección de máquinas de coser)
- Caro para ser Portugal

buho


Txarly

#30
Día 9 - Silves-Évora 240 kms

Hoy empezamos a subir hacia el norte, primero cruzando la sierra de Monchique por secundarias para luego tomar la IP2 en Ourique y por Beja hasta Évora, donde haremos noche. El día se presenta soleado y con temperaturas agradables, y bajamos contentos a desayunar. La decoración del restaurante merece una mención especial, pues es de lo más inusual: una ecléctica mezcla de cachivaches cubren paredes y techo. Una gran colección de máquinas de coser antiguas tapiza enteramente una pared, y en las otras se mezclan diversos aperos de labranza y herramientas de granja. Para rematarlo, sobre la pequeña barra han puesto el mecanismo completo de una rueda de cangilones para extraer agua. El desayuno, dicho sea de paso, estuvo muy bien.

Desayunando en Silves. Nótese la mesa de máquina de coser

Una vez lleno el depósito (aquí la SP95 ronda los 1.6€ el litro) seguimos hacia el oeste por lo que parece una secundaria, entre frutales y colinas. El asfalto, viejo y muy parcheado, mejora un poco al remontar el río Odelouca, pero no invita a alegrías y avanzamos tranquilos mientras las colinas se hacen más y más presentes. En la N266 el estado de la carretera mejora notablemente; aquí giramos al norte hacia Monchique. Las colinas han crecido y ahora son montes cubiertos de bosques; todo está muy verde y por momentos tengo la impresión de estar rodando por la cornisa cantábrica, hasta que un cartel de rotonda con la iconografía estilo inglés rompe el embrujo. A partir de Caldas de Monchique empezamos a subir a la sierra, y la ruta se retuerce entre bosques y verdes laderas. A medida que subimos empiezan a aparecer más y más eucaliptos, y la altura nos ofrece bonitas vistas de conjunto de la sierra. Es una pena que toda esta zona haya sido arrasada por las llamas  :bawling:

Sorprende ver que apenas hay tráfico, y los escasos enlatados a los que alcanzamos se apartan amablemente para dejarnos pasar. El asfalto, aunque algo agrietado a tramos, no está mal, pero aún así hay que andarse con cuidado; en un par de ocasiones tuve un sustillo con lo que llamo "baches invisibles". Me explico, en vez de ser el típico agujero más o menos pequeño y bien definido, que se ve de lejos y puede evitarse, se da cuando el terreno cede en una superficie relativamente grande, de modo que el asfalto se comba, sin romperse y por lo tanto, sin bordes definidos y visibles. Si esto ocurre en una recta, al pasar lo absorben las suspensiones y lo notas, sin más. Pero si ocurre en curva y te pilla tumbando, te llevas un susto y te puede desequilibrar.

https://www.youtube.com/watch?v=Cl-iJHsSv50
Videoresumen del paso por la sierra de Monchique

Debemos haber alcanzado la meseta, pues los bosques de eucaliptos dan paso a campos cultivados, el paisaje es menos montañoso y la carretera, más recta, aunque bastante más bacheada; por instantes me siento en una partida de Mario Kart, esquivando baches en vez de plátanos. Seguimos por la N123 hacia Ourique, más o menos en el mismo plan "esquivabaches" -igual exagero un poco- ascendiendo de nuevo entre eucaliptos. En São Martinho das Amoreiras intentamos hacer una pausa pero el único bareto visible está cerrado a cal y canto, así que seguimos ruta. No será hasta llegar a Ourique, en un terreno ahora llano, que podremos hacer una pausa y beber algo, en la "Lojinha da comida".

Detalle de la puerta de entrada en la catedral

Seguimos por la IP2, inicialmente autovía de doble carril que pronto pasa a ser nacional de arcén ancho y asfaltado. El paisaje ha cambiado por completo, ahora es tipo dehesa extremeña: grandes praderas con muy leves ondulaciones y árboles, quizá encinas, sueltos. El asfalto, aunque ligeramente agrietado al principio, se ve mucho más reciente y en mejor estado, se acabaron los baches. Con la excepción de las circunvalaciones, rodamos por grandes rectas a buen ritmo, y enseguida dejamos atrás Beja y poco después, Vidigueira. Aquí el paisaje se anima un poco con la presencia de una pequeña sierra, o mejor, de un conjunto de colinas, que se agradecen después de tanta recta. Finalmente, sobre la una de la tarde, llegamos a Évora, cruzando sus murallas por una de las puertas para detenernos junto a la entrada del parking del hotel. Una vez guardada la moto y vestidos de corto, salimos a comer y turistear, que Évora tiene mucho que ver.

Terraza superior de la catedral

Comentaros que el hotel, Moov Évora, es muy recomendable: nuevecito y moderno, con personal muy amable y servicial (y que habla castellano), camas cómodas y desayuno sabroso y abundante. Y bien situado y con parking cerrado, no se puede pedir más! Comimos en un restaurante popular, Os Manueis, y caímos con lo de los entrantes: en Portugal te ponen algo de picar (olivas, queso...) sin que lo pidas, y luego te lo cobran, a menos que no lo toques. Tampoco es una clavada, pero tienes la molesta impresión de que te han engañado. Cuando te acostumbras, lo ves como normal y decides si quieres tomártelo o no. Al margen de eso, la comida estaba deliciosa y no fue caro, aunque el servicio fue bastante, digamos, informal.

Vista desde lo alto de la catedral

Évora y su región tiene una historia muy rica e interesante, empezando por los asentamientos neolíticos, las dominaciones romana (fue municipium), visigoda (que pasó sin pena ni gloria) y musulmana (que fue un período de esplendor), la reconquista cristiana (y su peculiar héroe Geraldo Sempavor -sin miedo-, una especie de Cid portugués pero bastante más sombrío) y, ya como parte de Portugal, las dinastías que han ido rigiendo el país: Borgoña (s.XI al XIV), Avís (hasta el s.XVII) y Braganza (hasta la revolución republicana de 1910). Como resultado, hay bastantes cosas que visitar, empezando por el centro histórico (patrimonio de la humanidad desde 1986), la catedral, la siniestra "capela dos ossos", iglesias varias y algún palacio.
   
La catedral desde el claustro y una de las escaleras de caracol del claustro


Capilla de los huesos de Évora. Siniestra, ¿verdad?

La catedral (oficialmente "Basílica Sé Catedral de Nossa Senhora da Assunçao"), también patrimonio de la humanidad, se empezó a construir en 1186, de estilo gótico temprano. Entre los siglos XIV,y XVI se le fueron añadiendo distintos elementos (claustro y baptisterio, entre otros), para acabar con la capilla mayor, bien barroca, añadida en el s.XVIII. El resultado es, como podrás imaginar, una curiosa mezcla de estilos digna de ver. El claustro, muy gótico, tiene en las esquinas unas escaleras de caracol ocultas tras unas pequeñas puertas que dan acceso a la terraza superior, haciendo la visita muy divertida.

Crómlech de los Almendros

El crómlech (círculo de piedras) de los Almendros es, por sus dimensiones y estado de conservación, uno de los monumentos megalíticos más importantes de la península y de Europa. Se calcula que su parte más antigua fue erigida en el neolítico inicial (sobre el año 5,000 a.C.), tres círculos concéntricos de monolitos. En el neolítico medio se añadieron dos elipses concéntricas, de mayor tamaño. 

Évora es agradable de descubrir, recorriendo sus calles empedradas para ver sus vestigios romanos y demás puntos de interés. Se nota que estamos aún en temporada baja, pues algunos restaurantes y tiendas permanecen cerrados, y en los que están abiertos no hay precisamente un enorme gentío. Después de inspeccionar varios restaurantes, cenamos en el Taska Fina, un pequeño local donde fuimos maravillosamente atendidos por la pareja que lo lleva. Se hacía raro ser los únicos clientes...

ALOJAMIENTO
Moov Hotel Évora 48€ hab. doble con baño
Rua Do Raimundo 99, 7000-661 Évora
+ Edificio nuevo y moderno
+ Personal muy amable
+ Desayuno rico y abundante
+ Parking cerrado en el hotel
+ Céntrico

black_rider

Un gran viaje Txarly,muy currado el documento, gracias por compartirlo.
Black Rider
VFR FoReVer

champa

Esto si que es dar la vuelta a la peninsula Ibérica.

Que buen viaje te has pegado.  :bienn:

jaem

"No hay lugar en el mundo
donde mi imaginación
no me pueda llevar"

Txarly

Día 10 - Évora-Lisboa 143 kms

Uno de los lugares que llevamos anotados como "visitables" es Elvas, a unos cien kms de Évora pero en dirección contraria a Lisboa. Después de hablarlo, pudo más el encanto de Lisboa y decidimos dejar Elvas para otra ocasión. Tras un opíparo desayuno, dejamos Évora con un poco de pena, rodando hacia el oeste en una luminosa mañana de primavera. La N114 es una nacional con buen asfalto y tramos ocasionales de doble carril, compuesta por grandes rectas atravesando la dehesa y sus pequeños bosques. Circula un tramo paralela a la A6 y luego atraviesa Montemor-o-Novo, lo que nos permite improvisar una parada para visitar su castillo o, mejor dicho, lo que queda en pie.

La Espe a la entrada de Montemor-o-Novo

Contrariamente a lo visto hasta ahora, no se trata de una construcción musulmana, aunque la población fue tomada a los moros a finales del s.XII. La muralla fue acabada en 1365, y el conjunto experimentó diversas modificaciones entre los siglos XV a XVII, sin contar las reparaciones posteriores al terremoto de 1755. Durante la invasión napoleónica (llamada por los portugueses "guerra peninsular") resistió un asalto gabacho, y durante la guerra civil portuguesa (a principios del s.XIX, el equivalente a las guerras Carlistas españolas) fue la sede del estado mayor de las tropas liberales, a la postre vencedoras del conflicto (al igual que en las carlistadas)

Torre del reloj y puerta de acceso. Foto: Google

En la actualidad queda bastante muralla en estado razonable con un par de puertas de acceso y protegida por la torre del reloj, bien conservada pero a la que no pudimos entrar por hallarse cerrada. Una chica que supongo empleada municipal -pues tenía la llave- nos explicó amablemente que estaban restaurándola y aún no estaba abierta al público. En un altozano en el interior del recinto puede verse lo que queda del castillo: alrededor del patio de armas hay un par de torres ruinosas, un par de lienzos de muralla y una capilla que aún conserva el techo, pero cerrada. Entre el castillo y la muralla hay un convento con su iglesia, que no visitamos.

Seguimos por la N4 hacia el oeste, buena carretera pero demasiado recta, hasta pasado Pegoes, que decidimos tirar de 'autofistra' con la esperanza de llegar a Lisboa para comer. Así pues, rumbo sur hasta coger la A2, dejamos atrás Setúbal y "tótieso" hasta Lisboa. El paisaje sigue siendo llano, aunque ya no es tipo dehesa, sino que abundan los campos cultivados, aunque a medida que nos acercamos a Lisboa van siendo reemplazados por bloques de apartamentos.

Hemos decidido cruzar el Tajo (aquí "Teio") por el emblemático puente "25 de Abril", construído en 1960 y que parece un clon del "Golden Gate" de San Francisco. Una vez pasado el peaje, son algo más de 2 kms de puente que ofrece una espectacular vista sobre Lisboa y la desembocadura del Tajo. Queríamos haber grabado en vídeo la entrada a Lisboa, pero no nos dimos cuenta que la tarjeta de memoria estaba llena... mi gozo en un pozo  :bawling:

Puente 25 de Abril

Tras sobrevolar el río bajamos poco a poco hasta la orilla por la rampa de salida, guiados por el navegador. Mientras vamos paralelos al río se circula bien, pero el tráfico se densifica al llegar a la Praça do Comércio y subir por la Rua da Madalena. Aquí descubrimos lo que sería una constante en todo Lisboa y en muchas ciudades portuguesas: las cuestas. Esta en concreto es medianamente empinada, pero en moto se hace fácil, aunque el zumbido del electroventilador y su correspondiente chorro de aire abrasador nos recuerda que es la moto quien hace el trabajo. 

Castelo de Sao Jorge

Llegamos frente al hostel pero la calle es tan estrecha que es imposible aparcar la moto, y paramos un poco más alla, subiendo la moto a la acera para no interrumpir el tráfico. Apenas acabábamos de quitarnos cascos y cazadoras cuando una señora se nos acerca para advertirnos amablemente que si dejamos la moto ahí nos pueden poner una multa.  Al final llegamos una hora antes de lo debido, pero negociando con la chica de recepción conseguimos que nos deje subir a la habitación, que es espaciosa y cómoda. Una vez subido el equipaje salgo a mover la moto, hay un aparcamiento cubierto al lado pero nos dicen que es caro, así que lo intento en el aparcamiento público que hay un poco más abajo del hostel. Tengo suerte, pues ocupo la última plaza disponible, así que encadeno la moto y vuelvo al hostel a cambiarme.

Luego salimos de corto a comer, nos han sugerido 'O Velho Eurico', un restaurante popular muy cercano que resultó ser un acierto, con comida deliciosa, raciones generosas, precios contenidos y camareras extrovertidas y bromistas. Para digerir el bacalhau subimos a a visitar el castillo de San Jorge, remontando las empedradas y empinadas calles. Desde los jardines del castillo la vista de la ciudad y el río es sencillamente espectacular.

Vista (parcial) desde la terraza del castillo

En cuanto al castillo, originalmente una alcazaba rodeada de un cuadrado de murallas de unos 200 mts de lado, fue tomada tras un duro asedio de meses en 1147 por las tropas de Alfonso I (de Portugal) con ayuda de cruzados noreuropeos que acudieron a la llamada a la cruzada del Papa. Al ser San Jorge santo de gran devoción entre los cruzados, nombraron el castillo en su honor.

Las banderas de Lisboa y Portugal ondean sobre el castillo

Aquí estuvo el palacio real desde el s.XII hasta el s.XVII. Solo en el s.XX se rehabilitó, siendo clasificado monumento nacional. El interior del castillo es laberíntico, con muros y contramuros que se cruzan, facilitando la defensa. Una curiosidad por la que merece la pena hacer la cola es el periscopio/cámara oscura de la torre de Ulises. 

Ascensor de Santa Justa

El resto de la tarde la pasamos callejeando por Lisboa, descubriendo sus animadas plazas, calles, iglesias, tranvías, ascensores góticos (sí, sí). Es una ciudad con mucho que ver. Una compañera de trabajo lisboeta me había propuesto algunos desafíos, uno de ellos era contestar a la pregunta "¿Cuál es la pata derecha del caballo de D. Jóse?" en alusión a la estatua ecuestre de D. José I situada en la Plaça do Comércio. La plaza, donde se hallaba el palacio real  (destruído con todas las obras de arte que guardaba en el gran terremoto de 1755) es amplia y espaciosa, con el Tajo en un lado y los otros tres cerrados por edificios porticados de tres plantas y un espectacular arco de entrada a la ciudad. En el centro se yergue la estatua ecuestre de José I "el reformador", que debió ser débil de carácter (además de muy devoto y aficionado a la ópera) pues quien realmente gobernó fue el Marqués de Pombal. Fijaros en la foto y decidme cuál es la pata derecha del caballo de D. José  :risa3:

Praça do Comércio

ALOJAMIENTO
Inn Possible Lisbon Hostel 77€ hab. doble con baño, desayuno incluído
Rua do Regedor, 3, Santa Maria Maior, 1100-433 Lisboa
+ Muy céntrico
+ Personal muy amable
+ Antiguo bloque de apartamentos reconvertido a hostel
+ Ambiente joven y desenfadado
- Sin aparcamiento

Txarly

Día 12 - Lisboa-Óbidos 147 kms

Saltamos del día 10 al 12 ya que el día 11 no hubo moto, lo dedicamos a descubrir Sintra. Andábamos dudando si coger la moto para ir, pero amanecimos con lluvia, lo que nos acabó de decidir: tren a Sintra y luego el bus que hace el circuito que nos interesa: palacio da Pena y Quinta da Regaleira. Tras el desayuno del hostel, justito pero aceptable, y de camino a la estación de Rossio, compramos un paraguas plegable de los chinos, que nos haría un buen servicio.

El palacio da Pena fue construido en 1836 sobre las ruinas de un antiguo monasterio, destruido por el gran terremoto de 1755 (que, vistos los daños causados, tuvo que ser impresionante; se calcula que debió ser de magnitud 9 y vino seguido de un tsunami y, por si fuera poco de un incendio) Volviendo al palacio, es de una sorprendente y abigarrada mezcla de estilos: gótico, islámico, renacimiento, manuelino... y de pequeñas dimensiones, a medias entre un gran palacio y una casa de muñecas. Como llovía, una vez con la entrada en la mano decidimos esperar la pequeña cola y subir en los minibuses verdes que te dejan en la entrada.

Puerta morisca del palacio da Pena

El palacio es simplemente alucinante, y pasa de un estilo a otro de repente, sorprendiendo al visitante con torres almenadas, arcos moriscos, serpientes enlazadas, malencarados tritones barbudos y un largo etcétera. La visita interior permite descubrir las distintas estancias de la familia real, una colección de vidrieras antiguas y un pequeño claustro, reminiscencia del viejo monasterio. Realmente merece la pena la visita, y hacerlo en transporte público es una buena idea por dos motivos: uno: está muy bien organizado, y dos: las carreteras estrechas, adoquinadas y en cuesta hacen que moverse y aparcar sea bastante penoso.
 
El palacio da Pena en la niebla y detalle de una de las vidrieras

Por la tarde, después de una comida ligera, fuimos a ver la Quinta da Regaleira, un palacete neomanuelino famoso sobre todo por sus jardines. De finales del s.XIX y principios del XX, se extienden por la ladera de la sierra, habitualmente envueltos en niebla por el microclima local, lo que magnifica su aura de misterio, formando una intrincada red de caminos y caminitos. Te encuentras con estatuas, plazas, torres, pozos y fuentes repletos de pasajes medio ocultos, adornados con símbolos esotéricos, masónicos y templarios.

Capilla (izda) y palacete (dcha) de Regaleira. Ideales como fondo para una película de miedo

Todo muy misterioso e inquietante. Un ejemplo: el "pozo iniciático" está rodeado por una escalera en espiral con nueve rellanos, como los nueve círculos del infierno de La Divina Comedia (y también según el patrón de la Orden Rosacruz, una secta masónica) y en el fondo puede verse una rosa de los vientos sobre una cruz templaria, símbolo de la Orden Rosacruz. Dejando aparte las pamplinas esotéricas, son una excelente manera de pasar una tarde paseando de manera divertida, descubriendo sus rincones secretos con la ayuda del mapa que te proporcionan con la entrada mientras escuchas las explicaciones en la audioguía.
 
El pozo iniciático y Revoltosa en una torre semioculta

Ahora sí, el día 12 dejamos Lisboa no sin ciertas dificultades, debidas a su guirigay de calles empinadas y direcciones prohibidas, hacia Belem. La idea es visitar el monasterio de los Jerónimos, joya del estilo manuelino, y la torre de Belem, también manuelina. Pero cuando, tras recorrer los escasos 9 kms que nos separan del monasterio, descubrimos una ingente masa de autobuses vomitando horda tras horda de turistas que se apiñan en la entrada, nos entró un repelús tal que decidimos mandar la visita al cuerno y avanzar hasta la torre. Problema: la torre está en la orilla, a nuestra izquierda según avanzamos por la 'avenida da Índia', y las vías que avanzan en paralelo hacen imposible girar a la izquierda, impidiendo cualquier 'pirula'. Así que al pasar bajo una pasarela peatonal vi la oportunidad y cogí la primera a la derecha, dejamos la moto bajo un árbol en una plaza y fuimos a pie a ver la torre e intentar resolver otro desafío de mi colega lisboeta: encontrar el rinoceronte de la torre.

La torre de Belem

La torre de Belem, construída en 1520, era parte del sistema defensivo de Lisboa y fue uno de los primeros baluartes para artillería. Ricamente decorada en el exterior, en contraste con su austero interior, fue usada como prisión los s.XVI y XVII. Después de rebuscar conseguimos encontrar el rinoceronte, cuya historia merece mención aparte.

En 1514, un sultán regaló al gobernador de la India portuguesa un elefante y un rinoceronte. El gobernador, maravillado ante la belleza del rinoceronte (aquí podríamos abrir una discusión sobre cánones de belleza), decidió mandar ambos animales al rey Manuel I "el afortunado". El 20 de mayo de 1515 (5 años antes de que acabase la construcción de la torre) ambos animales llegaron al puerto de Lisboa. Los elefantes ya no eran ninguna novedad, pero la llegada del enorme ejemplar de rinoceronte, de nombre Ganda, dejó a todos completamente asombrados. Algún cortesano aburrido, buscando entretener a su majestad, tuvo la ocurrencia de organizar un combate entre Ganda y uno de los elefantes del rey, que concluyó con la huida del elefante. La fama del rinoceronte comenzó a crecer y traspasó fronteras, por lo que se decidió incluirlo en la decoración de la torre. Cuando hasta el mismísimo Papa León X quiso conocerlo, el rey Manuel I hizo embarcar a su preciado rinoceronte en una travesía hasta el Vaticano, que terminó en tragedia. Una tempestad hundió el barco con su tripulación y su carga, y el cadáver del rinoceronte fue rescatado de entre los restos del naufragio.

Acabada la visita, seguimos costeando dirección Cascais, es original el sistema de dos carreteras de doble sentido separadas por dos vías de tren. Poco a poco Lisboa queda atrás y en Cruz Quebrada perdemos de vista las vías y la otra carretera. El asfalto está en buenas condiciones y rodamos tranquilos por la N6, disfrutando de las vistas de la costa. Pasado Cascais seguimos por la N247-7 pegaditos a la costa, que es sorprendentemente llana, cruzando urbanizaciones pijas, campos de golf y algún que otro viejo fuerte colonial. En Cabo Raso (y no, no hablo de la mili) el paisaje es tipo páramo, solo crecen arbustos y pitas en medio de los cuales destacan el faro, pintado de rojo, y los edificios anexos, blancos. Estamos en la "nariz" de Portugal, aunque el punto más al oeste es el Cabo da Roca, un poco más al norte. A medida que la ruta gira hacia el norte vemos bonitas playas y, al fondo a la derecha una pequeña montaña que debe ser la sierra de Sintra en su vertiente occidental. La carretera se aleja de la costa y entre eucaliptos se retuerce a medida que trepa por la ladera de la sierra.

Cabo da Roca, el punto más occidental de Europa

Es curioso ver como, en cuanto sales a la cara oeste de la sierra, el paisaje cambia como por ensalmo y el páramo pelado reaparece, supongo que será por el viento del mar. Hemos ganado algo de altura cuando llegamos al desvio del Cabo da Roca, al cual bajamos por una carretera en un estado bastante mejorable. Lo suyo hubiese sido venir para ver atardecer, pero no se puede tener todo...

De vuelta a la N247, disfrutamos del sinuoso trazado que, con buen asfalto, va contorneando la frondosa cara norte de la sierra. Los bosques van alternando con cultivos al pasar al valle, punteado de pequeñas colinas, y, entrando en Galamares, vemos una casa con un toldo que dice "Almoços e Jantares", de modo que decidimos parar a comer, que va siendo hora. Resultó ser el restaurante "Ares da Serra", tipo popular, con camareros amables y simpáticos y dueño en apariencia motero, pues preguntó sonriendo "¿Qué tal va la VFR?". Comimos estupendamente de menú a 8€ por cabeza, que al final fueron 7,5 porque no tenía monedas para las vueltas.

Vista la experiencia de cuestas del día anterior, decidimos evitar Sintra y rodeamos por Nafarros y Morelinho. El desvío hacia Nafarros es de los que te pasas de largo, pues carece de cualquier señalización y, además, parece la entrada a una finca particular; menos mal que el navegador es inmune a la apariencia exterior... La secundaria no está mal, y entre colinas, cultivos y bosquecillos enseguida llegamos a la N375, que tomamos dirección norte. Una vez fuera de la sierra, el paisaje cambia de manera radical: grandes planicies, parcialmente cultivadas, tachonadas de granjas aisladas y pequeños núcleos urbanos de blancos edificios. Imprescindible el navegador o un mapa detallado para recorrer este dédalo de secundarias sin perderse, pues la señalización no es todo lo completa que cabría desear.

De vuelta en la N247, seguimos hacia el norte por largas rectas que atraviesan la llanura, que se acaban de repente al llegar a Carvoeira. Aquí volvemos a las suaves colinas y a la orilla del mar, con bonitas playas y pequeños acantilados de roca oscura, aunque enseguida giramos hacia el interior, dirección Torres Vedras por la N9. Tiramos por la N8, de buen asfalto, hacia el norte, avanzando en paralelo a la autofistra entre colinas cubiertas de pinos.

Castillo y murallas de Óbidos

En Outeiro da Cabeça decidimos abreviar lo poco que queda yendo por la A8, de peaje convencional. Nada más salir de la autopista lo primero que vemos es el recinto amurallado del castillo de Óbidos, rematando la colina sobre la que se asienta el pueblo, tiene muy buena pinta. El hotel está en las afueras, a 5 minutos a pie del recinto amurallado, y una vez la moto en el aparcamiento y vestidos de corto, salimos escopetados a descubrir el lugar.  Óbidos, del latín Oppidum, "colina fortificada", sigue el patrón ya conocido, poblada sucesivamente por lusitanos, romanos, visigodos y musulmanes, con sus respectivas luchas. Fue tomada a los moros en el s.XII mediante un ardid tras feroz resistencia.

Castillo de Óbidos

Pese a haber experimentado diversas modificaciones a lo largo del tiempo, conserva sus características medievales y te permite viajar en el tiempo cuando atraviesas la doble puerta de entrada y recorres las calles de intramuros, siempre que seas capaz de hacer abstracción de las tiendas de recuerdos, heladerías, chocolaterías y demás. Llaman la atención las casas encaladas con remates en los bordes de color añil o amarillo sin aparente orden, y la picota de la plaza frente a la iglesia. Es bastante turístico, pero agradable de recorrer. El castillo debe ser propiedad privada, ya que no se puede entrar en él, pero si buscas un poco encontrarás, como hicimos nosotros, el acceso al camino de ronda de la muralla, que ofrece una fantástica vista de conjunto del castillo y el recinto amurallado.

Calle de Óbidos

ALOJAMIENTO
Hotel Louro 56.25€ hab. doble con baño, desayuno incluído
Rua da Antiga Estrada Real Nº 2, Pinhal, 2510-042 Óbidos
+ Cerca del recinto amurallado
+ Personal muy amable
+ Buen desayuno
- Aparcamiento exterior, cerrado pero no cubierto


Sonic

[url=http://www.clubvfrspain.es/index.php?topic=26849.0]PIEZAS VTEC[/url] / [url=https://www.dropbox.com/sh/vjla9d67zfyyg73/AAAF4Yza-LVkRnXavRhhlE5ea?dl=0]MANUALES[/url]

Txarly

Día 13: Óbidos - Tomar (147 kms)

Hoy tenemos una etapa corta, pero intensa; visitaremos Alcobaça, Batalha y Tomar. También pasaremos junto a Fátima, pero como lo de las crisis místicas y comulgar con ruedas de molino lo dejamos para la comunidad de meapilas, decidimos sortear tan "milagroso" lugar, hasta puede que haciendo algún corte de mangas al circunvalarlo. El día amanece templado y despejado, y después de un delicioso desayuno, nos despedimos de las murallas de Óbidos y nos ponemos en marcha. ​Atravesando viñedos y otros cultivos ignoramos la autopista, avanzando por una N8 bastante recta y de asfalto aceptable. Luego de contornear (más o menos) Caldas da Rainha, una sucesión de rectas y travesías nos llevan hasta las afueras de Alfeizerão, donde una pequeña sierra hace que la ruta sea más entretenida. Cresteando por la sierra se aprecia a nuestra derecha una bonita panorámica del valle, al que poco a poco descendemos para entrar en Alcobaça por el oeste, pasando junto al castillo. Ventajas de la moto, aparcamos a la sombra en la misma plaza del monasterio cisterciense que queremos visitar.

Monasterio de Alcobaça

La Real Abadía de Santa María de Alcobaça, por su nombre oficial, fue construída a finales del s.XII for la Orden del Císter. De estilo gótico temprano (fue la primera obra gótica construida en Portugal), sigue el modelo de la abadía de Claraval, en Ville-sous-la-Ferté, como tantas otras por toda Europa. La fachada principal, que da a la plaza, sorprende por su extensión y el contraste de la fachada de la iglesia con el resto del edificio. En la nave principal, que con la doble hilera de columnas parece más alta que ancha, compramos las entradas y conseguimos que nos guarden cazadoras y bolsa sobredepósito. El claustro, de dos plantas, permite el acceso a las estancias de los monjes: dormitorio, comedor, scriptorium... en las cocinas llaman la atencion los lavaderos y la gigantesca chimenea. En el transepto podemos admirar el minucioso trabajo esculpido en los sarcófagos de Pedro I "el justiciero" y su amada, Inés de Castro.
 
Detalle del claustro y la iglesia desde el claustro

La historia cuenta que Pedro, hijo de Alfonso IV, rey de Portugal, casó en 1336 en segundas nupcias con una infanta castellana, Constanza Manuel, en cuyo séquito venía como dama de compañía una noble gallega, Inés de Castro, de quien Pedro se enamoraría locamente. Al morir Constanza de complicaciones post-parto, nueve años después de contraer matrimonio, Pedro oficializó su relación con Inés, pese a la oposición de su padre (que, recordemos, era el rey) Diez años más tarde, unos nobles enemigos de los Castro, temiendo ver disminuido su poder si Inés llegaba al trono, consiguieron el permiso real para asesinarla, cosa que hicieron aprovechando que Pedro estaba ausente en una cacería. La escena debio de ser conmovedora, pues Inés, viéndolas venir, se rodeó de sus hijos, nietos del rey, y suplicó a éste por ellos y por su vida, proponiendo un exilio. Viendo dudar al rey, los nobles conjurados desenvainaron sus espadas y la dieron muerte.  La historia forma parte del imaginario colectivo portugués, convertida en leyenda, y ha sido narrada por numerosos artistas, entre los que se incluye el gran poeta Camoens, que en el canto tercero de Os Lusiadas le dedica los versos 118 a 135. Un extracto:
Queria perdoar-lhe o Rei benino,
movido das palavras que o magoam;
mas o pertinaz povo e seu destino
(que desta sorte o quis) lhe não perdoam.
Arrancam das espadas de aço fino
Os que por bom tal feito ali apregoam.


Quería perdonarla el rey bondadoso
conmovido por palabras que lastiman
pero el pertinaz pueblo y su destino
(que de esta suerte lo quiso) no perdonan.
Sacan las espadas de acero fino
los que por bueno tal hecho allí pregonan.



Sarcófago con escenas del juicio final esculpidas

Lógicamente, Pedro se agarró un buen rebote contra su padre, pero éste supo calmarlo y se reconciliaron. Sin embargo, cuando, dos años más tarde, subió al trono como Pedro I, hizo ejecutar cruelmente a los nobles que asesinaron a su amada (salvo Diego López Pacheco, que consiguió huir) y encargó los sarcófagos, ricamente adornados con escenas de la historia de Portugal, fábulas y escenas bíblicas. Hizo traer los restos de Inés, honrándolos como reina de Portugal, y en su testamento pidió que cuando muriese le sepultasen en el sarcófago de enfrente, de modo que, al resucitar en el día del Juicio Final, sus miradas se encontrasen.

Finalizada la interesante visita, recuperamos las cazadoras "moito obrigados" y nos ponemos de nuevo en ruta por la N8, buen asfalto entre suaves ondulaciones. Atravesamos Aljubarrota, lugar histórico donde, la tarde del 14 de Agosto de 1385, un ejército portugués en clara inferioridad numérica (casi 1:5) apoyado por un centenar de arqueros ingleses consiguió una aplastante victoria sobre el ejército de Juan I de Castilla. Esto supuso el fin de la guerra civil 1383-1385 y el comienzo del reinado de la dinastía de Avís. Como curiosidad, este primer Avís era hijo bastardo de Pedro I, el de los sarcófagos, nacido dos años después de que dieran matarile a su amada Inés; fue a consolarse en brazos de una joven lisboeta hija de un mercader.

La ruta es esencialmente recta y con abundantes travesías y enseguida llegamos a nuestra siguiente parada: Batalha, cuyo monasterio fue erigido para agradecer a la Virgen la victoria de Aljubarrota. Aparcamos en una placita triangular bajo un frondoso árbol, atamos cascos y nos encaminamos al monasterio. 

Monasterio de Batalha

El convento de Santa María da Vitoria (nombre oficial) es un magnífico ejemplo de arquitectura gótica tardía. Dado que tardó casi dos siglos en ser construído (es un decir, luego veremos por qué), durante los cuales pasaron siete reyes y quince arquitectos, no es raro encontrar una mezcla de elementos, incluyendo algunos de estilo manuelino. Al principio te decepciona un poco, pues al estar en medio de una amplia plaza y ser más ancho que alto, parece pequeño y bajito, pero a medida que te acercas y te vas fijando en la profusión de torres, ventanales, pináculos, gárgolas y demás, todo ricamente labrado, se te va abriendo la boca.

El claustro real, de un solo piso, es espectacular por su abigarrada decoración. Alberga en la sala capitular en un lateral la tumba al soldado desconocido, custodiada por una pareja de soldados (chico/chica, muy igualitario), coincidiendo el cambio de guardia con nuestra visita. También llama la atención la fuente en una esquina del patio, cubierta y protegida por una torre. El otro claustro (el de Alfonso V) es, en comparación, mucho más sobrio, pero también digno de visitar.
 
Revoltosa en el claustro real y Ventana interior del claustro

Una peculiaridad única del monasterio de Batalha son las "Capelas Imperfeitas" y son la razón por la que decía antes que es un decir que se concluyeran las obras, puesto que son capillas inacabadas. Tienen su entrada aparte y son algo desconcertante, pues se trata de un edificio de planta octogonal con siete capillas radiales, ricamente adornadas y con ventanales con vidrieras... y resulta que no hay bóveda central. Algo digno de verse, desde luego.

Capelas imperfeitas

Acabada la visita y visto que la amenaza de lluvia tiene toda la pinta de concretarse ya mismo, decidimos comer. Una vez instalados en una terraza, empieza a llover mansamente sobre Batalha, así que disfrutamos de la comida sin prisa. Con los cafés la lluvia remite, parece que hemos tenido suerte, y enseguida estamos recorriendo la N356 dirección Fátima y Tomar, con precaución por el asfalto mojado. El terreno se va rizando a medida que avanzamos y como también se va secando, casi sin darnos cuenta estamos bailando de lado a lado sobre un buen asfalto que se retuerce entre pequeñas montañas boscosas. Repostamos en San Mamede, poco antes de Fátima, y rodeamos la corte de los milagros, dejándola a nuestra espalda. El paisaje cambia, ahora pasamos por la cima de una colina ancha y chata, una de entre las muchas que podemos ver, cubiertas de bosque bajo y coronadas de pequeños grupos de casas. De vez en cuando, en alguna de las curvas, la ruta nos regala una bonita panorámica del paisaje circundante. Poco antes de Ourem tomamos la N113, que sigue siendo igual de entretenida hasta que bajamos a Tomar (y no hablo de ir a ningún bar, es que nuestro destino se llama así)

Gracias al navegador aparcamos a la puerta del apartamento, y entonces tuvo lugar la tontuna del día. Hace cosa de 15 minutos había llamado a la dueña -o eso creía yo- para avisar de nuestra llegada. Al volver a llamar para decir que ya hemos llegado, me contesta una voz masculina diciéndome muy amablemente, disculpándose, que no encuentra mi reserva. La conversación continúa unos pocos minutos hasta que, por algo que dice mi interlocutor, me doy cuenta de que estoy llamando al hotel de Silves, donde pasamos nuestra primera noche en Portugal. Aclarado el malentendido, me excuso con mi amable interlocutor y llamo, ahora sí, a Albertina, que aparece a los pocos minutos con una enorme sonrisa iluminándole la cara. Nos enseña el apartamento, muy completo aunque con una decoración como la de tu tía solterona de la cincuentena, guardamos la moto en garaje que hay justo debajo -el apartamento es un primero- y enseguida nos cambiamos y salimos a patear Tomar y su joya arquitectónica, el convento de Cristo. Hubo un problema, que no permiten visitas al interior del convento a partir de las 17:00, de modo que nos contentamos con recorrer el recinto amurallado y los jardines, dejando el convento para el día siguiente. Luego recorrimos Tomar, que es pequeño y se visita enseguida.
 
Exteriores del convento de Cristo en Tomar

ALOJAMIENTO
Casa da Albertina 72€ apartamento para 4 adultos
Rua dos Arcos 104 A, 2300-574 Tomar
+ Buena ubicación
+ Garaje cerrado para hasta 3 motos
+ Apartamento bien equipado

Txarly

Día 14: Tomar - Oporto (207 kms)

Madrugamos un poco y desayunamos en una pastelería cercana que habíamos previamente sondeado y, vestidos "de civil" nos plantamos en la puerta del recinto amurallado del convento esperando a que abran, cosa que sucede a los pocos minutos. Atravesamos los jardines y, en compañía de media docena de visitantes más llegamos a la puerta de la iglesia, que está cerrada. A los cinco minutos la abren y podemos, por fin, proceder a la visita.
 
Dos de los claustros del convento templario

Construído en el S.XII por los monjes guerreros de la orden del Temple, fue modificado los S.XV y XVI añadiéndole los claustros, la girola y la fortaleza, y diversos adornos. La entrada no se hace por la recargada puerta manuelina, sino por una puertecita lateral al pie del campanario. A lo largo de la visita vas viendo diversas estancias y varios claustros (gótico, renacentistas, de João III), algunos muy bonitos pero tampoco como para tirar cohetes (vale, quizá sea que con lo que llevamos visto en lo que va de viaje nos hemos vuelto un poco exigentes) Sin embargo, al llegar a la girola se te cae la mandíbula al suelo, es sencillamente espectacular.

Girola templaria
Se trata de una sala de planta circular con ocho columnas en medio que, unidas entre sí por arcos de medio punto forman algo parecido a una rotonda, con un cristo crucificado en el interior. De las columnas salen radialmente arcos que dividen la rotonda en segmentos circulares (o "gajos" si me permitís el símil) Toda la sala está ricamente adornada con delicados bajorrelieves finamente tallados, suntuosos capiteles y abundancia de dorados. Frescos de ángeles, escenas bíblicas y adornos heráldicos cubren todos y cada uno de los "gajos" de la rotonda, y el resultado es tan sobrecargado que emborracha los sentidos y no sabes a dónde mirar. El acceso desde la iglesia se hace por una arcada ricamente adornada con frescos y dos púlpitos, uno pintado (un trampantojo) y el otro real, con varios tipos de mármol y remates dorados.

Concluida la interesante visita, volvemos al apartamento para ponernos el traje de romano y seguir ruta. Para esta etapa había previsto algún escarceo por secundarias al este de Coimbra, pero el retraso por la visita al convento nos obliga a escoger una ruta más directa hacia Porto. Al final nos ponemos en ruta a las 10:45 y, cruzando el río Nabão enfilamos la N110 bajo más nubes que claros, aunque no parece que amenace lluvia. Avanzamos paralelos a la A13, entre suaves ondulaciones del terreno con abundantes frutales, casas con huerta y esporádicos bosques. El asfalto está en buenas condiciones, ligeramente agrietado en algunos tramos y hay poco tráfico. A medida que nos acercamos a Coimbra atravesamos un número creciente de colinas boscosas, el terreno se hace más accidentado y la ruta, más entretenida. Poco después aparcamos cerca del río, con una bonita vista de la colina donde se asienta la universidad de Coimbra y, lo más importante, en la terraza de una cafetería-pastelería concurrida por una variopinta clientela de conimbricenses (Lo confieso, lo he sacado de gentilicios.org) El primer desayuno queda ya lejos, tanto espacial como temporalmente hablando, de manera que, como buenos hobbits, procedemos a degustar unas especialidades locales como segundo desayuno.

Nos ponemos en ruta pasado mediodía y, con la esperanza de llegar a comer a Porto, decidimos, por una vez y sin que sirva de precedente, tirar de autofistra. Coimbra se va cumbriendo de nubes amenazadoras cuando salimos por la IC2 dirección norte. La A1 avanza hacia el norte cruzando verdes campos y un paisaje bastante liso y boscoso que ocasionalmente permite vislumbrar algún que otro monte a lo lejos. He perdido la cuenta de los bosques de eucaliptos que hemos cruzado, están por todas partes, y solo desaparecen al llegar a la periferia de Porto. Cruzamos el Duero -perdón, el Douro- por el ponte do Freixo y nos dejamos guiar por el navegador hasta la puerta del hostel, y por lo que vemos por el camino, Porto es muy bonito pero está todo en cuesta. Una vez tomada posesión de la habitación, fotografío con el móvil el código del portal y voy a buscarle aparcamiento a la Espe. Aunque el parking que me han indicado está bastante cerca, no resulta fácil llegar por las direcciones prohibidas y acabo dando una vuelta curiosa, sin navegador ni nada, menos mal que me oriento razonablemente bien. Luego de dejar la moto a buen recaudo, vuelvo al hostel, me pongo los pantalones cortos y salimos a descubrir Porto.
 
Torre de los clérigos y vista (parcial) desde lo alto

De origen supuestamente celta, son los griegos los primeros en mencionar un asentamiento en una colina a la orilla izquierda del Duero, llamado Cale. Posteriormente, al pie de la colina se erigiría el puerto, "Portus Cale", en lo que hoy es el barrio de la Ribeira, dando origen al nombre "Portucale". La región fue reconquistada a los moros a finales del S.X por el reino de León con ayuda de una tropa de gascones, y formó parte de éste hasta que, en 1139, Alfonso Henriques, conde de Portucale, se autoproclamó rey de Portugal. La ciudad actual, bonita y bulliciosa, se asienta sobre dos colinas a ambas orillas del Duero, unidas por varios puentes, entre los que destaca el puente Luis I, de dos niveles.   

Empezamos visitando la torre de los clérigos, que está muy cerca del hostel. Construída a mediados del S.XVIII, se trata de una iglesia y una torre de 76 mts. de altura, ambas de estilo barroco. Como, además, se sitúa en lo alto de una de las colinas de Oporto, la vista panorámica que premia a quienes suben los casi 250 peldaños es impresionante.

Un trozo de pizza y un refresco en una barra nos sirven para aguantar hasta la cena, y bajamos por la animada ciudad vieja hasta la Ribeira, llena de bodegas, terrazas y gente paseando. Cruzamos el puente Luis I por su plano inferior, donde un individuo se preparaba para saltar al río, y ascendemos la colina de enfrente para visitar el monasterio da Sierra do Pilar. Construído en el S.XVII, consta de una iglesia y un claustro circulares, característica que la hace única en Portugal. Mientras esperamos a que comience la visita guiada disfrutamos de la maravillosa vista sobre Oporto, el puente y la antigua muralla que hay desde la terraza. Resulta curioso que, como fue convertida en cuartel de artillería durante las guerras liberales del S.XIX, la visita se haga acompañados de la guía y dos soldados, uno abriendo el grupo (y las puertas) y otro cerrándolo, imagino que asegurándose que nadie se queda por ahí despistado. El ambiente tampoco era muy serio, pues uno de nuestros guardianes vino con su novia.
 
Barrio de la Ribeira y el puente Luis I visto desde el monasterio

En resumen, Oporto es una ciudad que enamora. Tiene mucho que ver (si lo llego a saber programo una noche extra) así que, si tenéis ocasión, no dejéis de visitarla.

ALOJAMIENTO
The Poets Inn 45€ hab. doble con baño compartido, desayuno incluído
Rua dos Caldeireiros, 261, União de Freguesias do Centro, 4050-142 Oporto
+ Muy céntrico y en alto
+ Ambiente joven y distendido
- Sin aparcamiento, y el parking privado es caro
- Baño compartido, pero solo con otra habitación