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La llegada de la dama oscura.

Iniciado por melops, Noviembre 08, 2013, 06:38:36 PM

melops

La noche es oscura a este lado de la montaña. Multitud de coníferas parecen agolparse para darse abrigo unas a otras. Un viejo búho se mantiene sobre su rama favorita esperando ojear algún ratoncillo. A lo lejos puede ver las luces de Madrid junto a otros menores espacios iluminados de los diversos pueblos que circundan la capital. Desde aquí la rapaz escucha los motores y el ruido de cientos de neumáticos que pisan con prisa la autopista próxima, ansiosos por cruzar la montaña atravesando sus entrañas por el túnel de Guadarrama. Prácticamente al lado de los árboles, negra como el cielo de esta noche, una cinta de asfalto serpentea ascendiendo, buscando la cumbre hasta el Alto de los Leones. El viento fuerte y racheado, junto a algunas gotas de lluvia, provoca que los vehículos prefieran la seguridad de la autopista, a pesar del precio del peaje. Tan solo algún camionero y unos pocos vecinos de la zona osan enfrentarse al puerto en estas condiciones. Incluso el viejo búho duda si se atreverá a despegar con este viento si viera alguna presa descuidada sobre el suelo. Otro ruido más llega desde abajo. De la cinta de asfalto aparecen unos ojos de felino que emiten una poderosa luz cegadora. Tras él viene en su búsqueda un cíclope de ensordecedor bufido. Al aproximarse a la curva, ambos seres bajan el ritmo de sus galopadas y ciñen sus costados izquierdos al suelo. El felino empieza a incrementar su velocidad poco a poco hasta que, de repente, su escueto sonido se altera. Su cigüeñal alcanza las seis mil quinientas revoluciones por minuto informando al sistema VTEC que ha llegado el momento de usar las dieciséis válvulas del tetracilíndrico en V si desea escapar del acoso del cíclope cuatro en línea que le persigue. Los alaridos de ambos motores se alejan mientras siguen en su ascenso buscando la meseta norte. Mientras tanto, el viejo búho vuelve a sus anteriores quehaceres en búsqueda de roedores que puedan servirle de alimento.

Al iniciar el descenso, ya en tierras de la vieja Castilla, un grupo de luces rojas me indica que debo bajar la velocidad. El cíclope empieza a ocupar casi la totalidad de mis espejos retrovisores según nos aproximamos a tres coches que siguen a un enorme camión-paquidermo. La línea blanca de la izquierda nos impide despejar nuestro horizonte de vehículos más lentos.

Acariciando el acelerador de mi máquina, múltiples preguntas se amontonan en mi mente mientras sigo el ritmo de la pequeña caravana de vehículos que nos precede. ¿Cuándo pensé es ese tipo de infidelidades? ¿Cuándo empezaron mis ojos a mirar a otras? Es cierto que la vieja japonesa empezaba a acusar los achaques propios de su edad pidiendo una jubilación, un descanso. Pero por fortuna, antes de su marcha a tierras de Córdoba, pudo ver con orgullo a su sucesora. No era otra que una nieta suya, sangre de su sangre, la que ocupaba su espacio en mi garaje. El oscuro traje difumina unas líneas agresivas, haciéndola mucho más elegante sin perder su condición deportiva. Cuatro faros embutidos en dos ópticas de aspecto atigrado dan comienzo a un conjunto de preciosas líneas que termina en otras cuatro salidas de escape de los dos silenciadores semiocultos-semidescubiertos bajo el pequeño colín trasero. La vista de la llanta posterior, totalmente diáfana de escapes u otros herrajes que impidan su observación, resulta tan espectacular como el diseño del precioso y ya clásico basculante monobrazo que antes luciera la vieja japonesa.

¡Mi vieja japonesa¡ Probablemente recordará como me acercaba a preciosas italianas de vestidos encarnados y figura esbelta, a teutonas de generosos senos, a austriacas musculosas tras muchas horas de gimnasio y competición, a británicas cuyas minúsculas prendas dejaban poco a la imaginación del motero, incluso a otras japonesas cargadas de microchips y nanotecnología digna de la última "tablet" de SONY o de TOSHIBA. Pero mi vieja japonesa me había dado enormes satisfacciones. Era capaz de superar a todas las otras motos que iba probando una y otra vez. Ninguna era capaz de satisfacerme plenamente. Estaba claro que solo había un cambio posible: otra VFR.

Así nos conocimos una agradable mañana de sol a la entrada de Guadalajara. Se mostró elegante y desafiante. Su bello traje negro se amoldaba a unos preciosas formas. No había duda: era la moto de Batman, era la dama oscura. Me mostró sus cualidades en un pequeño paseo por las carreteras alcarreñas mientras la vieja japonesa nos observaba con complacencia. Era imposible encontrar mejor sustituta.

Habíamos cruzado ya San Rafael y dejado atrás una larga y aburrida recta en la que el tráfico contrario no nos había permitido adelantar al enorme paquidermo, aunque sí que pudimos dar buena cuenta de los coches que le seguían. Al trazar la curva a izquierdas el camión se adueñó del carril de vehículos lentos, con lo que aprovechamos a iniciar la subida para llevar más allá de la verticalidad las agujas de nuestros cuentarrevoluciones. El cíclope volvía de nuevo a moverse por mis espejos, mientras los felinos ojos de la dama oscura abrían camino en medio de la noche.


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Más relatos similares en http://moteando.hazblog.com/

ManuVFR

 :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap:

Felicidades por el relato si señorrrrrrrrrrr.

:victory: :victory: :victory: :victory: :victory:


¡¡¡ Mientras lleguemos todos ...... Me da igual  ¡¡¡

jcap

Fantastico relato    :eusa_clap::victory:

solo una apreciación
esto es  V-TECH

Y ESTO ES  VTEC 

:drink5:
[url=https://ibb.co/ftfchT3][/url]

melops

¡Menudo gambazo! Tienes razón. Solucionado.

jcap

[url=https://ibb.co/ftfchT3][/url]

Tomy79

 :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap:

Muy buen relato si señorrrrr

De la nueva VFR no creo que se puedan hacer relatos de este tipo.
Inteligente es quien sabe lo que dice,  sabio es quien sabe cuando decirlo

Pello


gasofa

Eo, que gusto leer este tipo de historias, con todos sus detalles, deleitándose en cada palabra. Muchas gracias por el relato :drink5: :drink5:  sólo falta la prueba gráfica de tan sutíl felino.
Con dos rueditas por banda viento en popa a toda vela no corta el asfalto sino vuela mi cafetera vfrrrrr

melops

Como parece que ha gustado mi relato, paso a la narración de una vieja historia que publiqué hace tiempo en mi blog, inspirada tras una visita con mi vieja VFR 750 del 91 a la ciudad de Segovia.

Podéis ver más relatos similares en http://moteando.hazblog.com/index.htm



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La leyenda de la mujer muerta.


Rumbo hacia un sol que a veces me deslumbra. Los ríos que voy cruzando discurren todos de derecha a izquierda para hacer más fuertes sus caudales allá en el Duero. Entre mis rodillas se agitan cien caballos que braman y relinchan tratando de arrugar el asfalto tras de ellos. Un asfalto oscurecido por la sombra de la montura de metal y plástico abrazada por su jinete y en continua lucha contra el viento y las leyes de la física. Un abrazo enamorado que confunde los sentidos de ambos amantes permitiendo comunicarse en un lenguaje que ninguno más de los asistentes al acto es capaz de comprender. Pero es que, donde otros solo ven metal y plástico, yo encuentro el alma de un ser que quiere vivir a mi lado dándome toda su energía.

Fue esta mañana cuando la vieja japonesa me contó otra de tantas historias mientras mi mano acariciaba su acelerador, mientras su depósito besaba mi pecho. Una historia de amor eterno.

"Hace varios eones, en esas montañas que tenemos a nuestra diestra, vivía un poderoso rey. Había enviudado hacía mucho tiempo, teniendo y queriendo él hacerse cargo de su única hija. Mas quiso el dios Cronos que el tiempo no parase y, donde antes había una dulce niña, se apareció una bella doncella a la que todo hombre deseaba.

Vinieron príncipes de remotos lugares a cortejarla, mas su padre les hacía retornar a sus lejanas tierras. Ninguno caía en gracia al monarca, bien por ser parco en poder, bien por ser de espada endeble, bien por falta de oro en sus arcas, bien por no ser suficientemente agraciado. Si la princesa era perfecta a los ojos de cualquier mancebo, ¡cómo no iba a serlo a los ojos de su celoso padre!

Quiso el azar que apareciera por allí el dios Apolo acompañado y escoltado por el grandioso Hércules. Ambos fueron recibidos por el monarca como marca el protocolo que ha de hacerse con los dioses del Olimpo. Entre la princesa y Apolo se cruzó una mirada que transformose instantáneamente en amor.

El rey no podía negarse ahora ante tamaño pretendiente. ¿Acaso el dios Apolo era poco para su hija? Mas tras las bodas, ésta marcharía con su amado hasta el Olimpo. ¿No habría forma alguna de retener a la princesita junto a su viejo padre?

Organizáronse grandes faustos para celebrar el evento. Mientras todo el pueblo bebía, comía y bailaba, el monarca daba un último paseo con su hija por los parajes del bosque cercano. Mas pasaban las horas y Apolo se impacientaba. Su futuro suegro no parecía regresar nunca trayendo a su amada junto al altar. Fue por ello que encargó a Hércules ir en busca de ambos.

No precisó de caminar demasiado el coloso para encontrarse con el rey. Se hallaba de rodillas con una daga ensangrentada en su diestra. Frente a él, encontrábase el cadáver de la bella princesa. Los celos no le permitieron entregarla a otro por muy dios del Olimpo que fuere el pretendiente.

Al conocer la nueva, encargó Apolo a Hércules un enorme mausoleo que recordara por siempre la belleza de su prometida. Próximo a tamaña escultura fundó el dios Apolo una gran ciudad que honrase por siempre a su dama."


Aparqué a la vieja japonesa junto a otras monturas a la vista del acueducto. Desde la ciudad de Segovia pude contemplar el conjunto de montañas conocidas como "la mujer muerta". Una nube totalmente blanca se encontraba sobre su rostro. Dicen los viejos del lugar que se trata del espíritu de Apolo, que viene a besar los labios de su amada.

Al volver al aparcamiento de motos del acueducto, la vieja japonesa quiso empezar a contarme otra historia. Esta era acerca de como el diablo construyó el acueducto. Pero no pude más que silenciarla con un nuevo abrazo mientras nos amábamos de regreso a casa. Su motor chillaba de placer mientras nuestros cuerpos se movían entre curvas de la carretera.

joseglock

Vale mas un hombre por lo que calla, que por lo que habla.

titopulo

 :eusa_clap:
Por fin encuentro un tema de lectura que me.gusta