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Viaje al Rin romántico y la Selva Negra 2015 - Crónica completa

Iniciado por Txarly, Agosto 26, 2015, 05:27:10 PM

Txarly

Prólogo
Hola a todos, un saludo. Los que ya nos conoceís podeís obviar esta presentación, y los que no, pues sabed que somos Txarly y Pilar, vivimos en Niza y ya hemos posteado alguna crónica de viajes en este rinconcillo, la anterior fue de un viaje por Eslovenia y Croacia (http://www.clubvfrspain.es/index.php?topic=33468.0)

Si quereís saber más de nosotros, no teneís más que hojearla (es un decir) o mandarnos un privi.

A continuación iremos subiendo las etapas de nuestro viaje más reciente, que en verano de 2015 nos llevó hasta Coblenza viendo los castillos del Rin y la selva negra, cruzando Suiza y, cómo no, atravesando los Alpes.
Espero que lo disfruteís.

Saludos en V

odeen

me encantó el reportaje, y espero ansiado a ver este :) Gracias !

Txarly

Día 1: Niza - Annecy (442 kms)
https://www.google.fr/maps/dir/Niza/Digne-les-Bains/Grenoble/Aix-les-Bains/Annecy/@44.6050881,5.7578081,12.47z/data=!4m32!4m31!1m5!1m1!1s0x12cdd0106a852d31:0x40819a5fd979a70!2m2!1d7.2619532!2d43.7101728!1m5!1m1!1s0x12cb8547edbd250b:0x40819a5fd97b400!2m2!1d6.235976!2d44.092193!1m5!1m1!1s0x478af48bd689be6f:0x618c10cd6e995398!2m2!1d5.724524!2d45.188529!1m5!1m1!1s0x478ba0a29db9d2d3:0x408ab2ae4bab940!2m2!1d5.908998!2d45.692341!1m5!1m1!1s0x478b8ffa1c0551c9:0x42781681620534ba!2m2!1d6.129384!2d45.899247!3e0

Aprendiendo de errores previos, preparamos la moto el día anterior, sábado. Además, vamos a estrenar la bolsa sobredepósito de tanklock, a ver que tal se porta. Por lo demás, la VFR está recién revisada, kit de transmisión nuevo (el original ha durado unos 50 mil kms) así que vamos tranquilos. Lo único, la goma trasera no está precisamente nueva, pero calculo que para el viaje debería dar de sobra.

El domingo nos ponemos en marcha, temprano pero sin pasarse. Para variar de viajes anteriores, que suelen empezar con largas tiradas de aburrida autopista, esta vez iremos dirección noroeste, por nacionales que se retuercen por estribaciones alpinas. Pinta bien, aunque mi sufrida pasajera torció un poco el gesto cuando repasamos la ruta juntos... menos mal que para ir por autopista habría que dar un rodeo hasta casi Marsella...

Salimos por terreno conocido, remontando el curso del Var por el impresionante desfiladero de Chaudan. Como paso obligado que es hacia muchos de los puertos de montaña cercanos a Niza (Bonette, Cayolle, Allos...) lo hemos atravesado en multitud de ocasiones, pero no deja de impresionarme. Aprovechamos los tramos de doble carril para dejar atrás las filas de enlatados taponados por la inevitable autocaravana (la Côte d'Azur en verano es lo que tiene) y serpenteando entre paredones calizos salimos al valle y vamos saliendo de nuestro habitual 'terreno de caza'.

Por nacionales de buen asfalto, amplias y bien señalizadas, dejamos atrás Digne y Sisteron. Carteles aislados nos recuerdan que por aquí pasó Napoleón con su pequeño ejército cuando, en 1815, volvió de su retiro forzoso en Elba para retomar el poder en Paris... aunque le duró poco (https://es.wikipedia.org/wiki/Cien_D%C3%ADas). Va siendo ya hora de comer, de modo que al localizar una arboleda con agradable sombra junto a un río nos detenemos para estirar las piernas y dar buena cuenta de los bocadillos que hemos previamente preparado.

Seguimos ruta por la D4075, el sol empieza a apretar, pero hay poco tráfico y el aire hace soportable el calor. De repente nos topamos con una hilera de vehículos parados en la carretera sin motivo aparente, algunos con las puertas abiertas y los ocupantes estirando el cuello o paseando por el arcén. Está claro que algo pasa, de modo que remontamos la cola despacio y con precaución hasta dar con la causa: un paso a nivel automático con las barreras bajadas impide seguir. Al otro lado, otra cola también espera con paciencia.

Llegamos a primera línea, donde otras 3 motos, harleys, están paradas, nos detenemos, paramos el motor y preguntamos. Uno de los moteros está llamando por el interfono del paso a nivel, junto a un cartel que explica que debe usarse sólo si el paso permanece cerrado durante más de 5 minutos. Al cabo de varios timbrazos, una aburrida voz contesta, y el motero explica lo que ocurre. Tras un largo silencio, la voz contesta con desgana que "lo vamos a investigar" y cuelga. El paso tiene 4 barreras, dos a cada lado, que impiden totalmente el cruce. Estamos bloqueados.

A todo esto, empezamos a notar el calor del sol y, por descontado, no hay ni una sombra, del mismo modo que no hay el menor asomo de que vaya a pasar un tren. La gente pone expresión de fastido, hastío o paciencia, pero sigue aguantando, estoica, la solanera. Conociendo al funcionario estándar de la SNCF, me huelo que la cosa va para largo, de modo que saco el móvil y miro en el mapa de viamichelin si hay manera de sortear el paso a nivel. La hay, yendo por una secundaria, aunque también cruza la misma via férrea por otro punto. No hay manera de saber si allí pasará lo mismo, pero, visto el panorama, parece buena idea intentarlo. Lo comento con Pilar y decidimos probar suerte.


El fockin´paso a nivel (imagen de google street view)

Los otros moteros se despiden deseándonos suerte, y se quedan allí mientras nosotros volvemos grupas, imitados por algún que otro enlatado y un par de customs. Cojo el primer desvío previsto, la D324, y avanzo por una secundaria estrecha pero de firme razonablemente bueno. Luego cometo el error de fiarme del navegador, que me lleva por otra secundaria en peor estado y que al poco se torna camino de tierra; por aquí no puede ser. Media vuelta y de nuevo el navegador me la quiere liar, metiéndome por un camino que parece llevarnos hacia el paso a nivel cerrado (se ven los techos de las autocaravanas paradas) pero no pico, deshago el camino andado y, con el recuerdo del mapa en mi mente, me dejo llevar por la intución. Al poco llegamos al segundo cruce previsto, la D22. No hay carteles, pero se que debo ir a la izquierda, y 6 kms después cruzamos sin problemas la vía férrea a la entrada de un pueblo llamado Laragne Montéglin. De los otros moteros o enlatados del tapón no supimos más, pero por el poco tráfico que encontramos y por no haber alcanzado a las 3 harleys, deduzco que tardaron más en abrir las barreras de lo que empleamos en nuestro rodeo. Por lo que se, pueden seguir allí haciendo cola aún...

Seguimos ruta agradeciendo el aire que nos refresca y más adelante, en el Col de la Croix Haute, paramos a tomar un café y estirar las piernas en un bar de carretera que sorprende por lo aislado que está. Mirando el mapa descubro que acabamos de cambiar de departamento, pasando de la Drôme a l'Isére. Mientras compruebo ruta aprovecho para mandar un par de waxaps confirmando a amigos y familia que todo va bien.

Una vez finalizado el descanso y el trasiego de líquidos, ponemos rumbo a Grenoble. La D1075 se retuerce entre abruptas montañas boscosas, añadiendo un toque de diversión al bonito paisaje que nos rodea, y, aunque al bajar al valle sus curvas son más amplias y tranquilas, la vista de las montañas que nos rodean por completo hace que no desmerezca del tramo previo.

Para cuando llegamos a Monestier empiezan a abundar las rectas y propongo ir por la A51, cosa que Pilar, como cabía esperar, acepta encantada; un descanso de tanto derecha-izquierda seguro que no le viene mal. Dejamos atrás Grenoble remontando el río Isère y pasamos Chambery y Aix-les-Bains. Aquí había previsto meternos por la D911 hasta le Pont y subir por la D912 hacia el lago de Annecy, bordeando la montaña de Semnoz, pero el GPS me la juega y me hace seguir recto, y para cuando me doy cuenta ya no merece la pena dar la vuelta, de modo que seguimos hasta el hotel, que está muy cerca ya. Se encuentra lo bastante lejos del lago como para no ir andando, y para llegar a él el GPS nos obsequió con un bonito recorrido turístico por secundarias y vecindarios de las afueras que nos dejó cara de WTF  :icon_eek:

El hotel, un Fasthotel, es el típico de cadena de prefabricados, con baño/ducha individual pero con lo mínimo indispensable. Suficiente para pasar la noche y seguir viaje. Dejamos los trastos en la habitación, una ducha rápida y salimos a ver el famoso lago de Annecy. Lo bordeamos por la orilla este pero nos sorprende el tráfico que hay; los coches avanzan en caravana, de modo que avanzamos despacio, disfrutando de la bonita vista. Nos detenemos en Sevrier, junto a una iglesia, y damos un paseo, admirando el panorama y haciendo fotos. Luego enfilamos por la D912 dirección sur, que resulta ser bonita y divertida, como esperaba. Tomo nota mental para pasar por aquí una próxima vez.


Panorámica del lago de Annecy desde las alturas de Sevrier (foto Wikipedia)

Se va haciendo tarde y el cansancio acumulado se deja sentir, de modo que damos media vuelta y ponemos rumbo al hotel. La intendencia para la cena también está prevista, de modo que cenamos en la habitación, preparamos un poco la siguiente etapa -atravesamos Suiza y dormimos en un convento de monjas alemanas- y enseguida caemos rendidos.


El lago de Annecy visto desde Sevrier, orilla este

Hotel: Fasthotel Annecy, 2 rue Gustave Eiffel, Seynod, 74600, France
Precio : 39€ la hab. doble más 6.50€ el desayuno
Puntos + : Trato agradable, buen precio, WiFi
Puntos - : lejos de todo, habitación pequeña y muy básica

cardeiro

AC/DC

Aalonsoc

Que chulada..

A mi la zona de annency me encanta, el lago y sus montañas son impresionantes.
Esa zona la conozco de pasar hacia los tres Valles.

Buena ruta.

ppicazo

Enviado desde mi VFR

Txarly

Día 2: Annecy - Bühl (475 kms)
https://www.google.es/maps/dir/Annecy,+France/Lausanne,+Switzerland/Orbe,+Switzerland/Bern,+Switzerland/Basel,+Switzerland/B%C3%BChl,+Germany/@47.3091115,5.9266681,8z/data=!3m1!4b1!4m38!4m37!1m5!1m1!1s0x478b8ffa1c0551c9:0x42781681620534ba!2m2!1d6.129384!2d45.899247!1m5!1m1!1s0x478c293ecd89a7e5:0xeb173fc9cae2ee5e!2m2!1d6.6335971!2d46.5199617!1m5!1m1!1s0x478dc9673f67fd71:0x194371421e6e8093!2m2!1d6.5344015!2d46.7249203!1m5!1m1!1s0x478e39c0d43a1b77:0xcb555ffe0457659a!2m2!1d7.4446085!2d46.9479222!1m5!1m1!1s0x479049c72769304f:0x361ceb70f36d8a90!2m2!1d7.5975507!2d47.5674422!1m5!1m1!1s0x4796df6187727b03:0xca99165fbe1a917e!2m2!1d8.1380604!2d48.6954722!3e0

Nos levantamos prontito, hoy toca cruzar Suiza y quizá el paso de fronteras nos lleve tiempo... veremos. La última vez que estuve en Suiza en moto fue hace muuucho tiempo, y nos revisaron todos los papeles e intentaron confiscarnos unos embutidos inexistentes que el aduanero, al ver placas españolas, supuso que llevábamos.

El desayuno es tipo buffet, correcto para el precio pagado. El comedor está bastante concurrido, con esa animación tranquila, sin bullicio ni estridencias, típica del centro-norte de Europa. Mientras cargamos la VFR vemos salir a una pareja de BMWistas más madrugadores que nosotros, que nos saludan al pasar, y enseguida está todo a bordo y nos ponemos en marcha. El cielo muestra nubes y claros, aunque de momento el sol reluce, y es de agradecer al fresco aire matinal.

Para ganar tiempo cogemos la A41, y a medida que nos acercamos a Suiza el tráfico va aumentando hasta convertirse en un atasco digno de la M-40 en hora punta. Es lunes por la mañana, hora de ir a trabajar, y hay mucha gente que trabaja en Suiza pero vive en Francia por que es más barato, de manera que se forman unas buenas retenciones en la autopista. Avanzar entre filas de coches con las maletas no es fácil, pero con la ayuda de Pilar, que me 'canta' si las maletas tocan o no en los pasos delicados, y la educación franco-suiza, que al verte venir se suelen abrir para dejarte pasar, llegamos a la frontera sin mayor complicación.

Para mi sorpresa, en la frontera no nos revisan pasaportes, ni papeles... de hecho, ni te paran a menos que no lleves la fockin' vignette que te da derecho a utilizar las autopistas suizas. Si te pillan sin ella en una autopista, te cae una buena multa, de modo que paramos de motu propio y, tras deambular un poco entre puestos cerrados, dos funcionarios nos la venden; cuarenta y tantos francos suizos, oh claro que aceptamos euros, monsieur, tenga usted su vignette y su cambio, en francos, naturalmente. Los suizos siempre correctos pero a lo suyo, como llevan siglos haciendo.


Recaudadores de peaje suizos (miniatura de época)

A diferencia de Eslovenia, donde tienes vignettes de una semana, un mes o un año, y que diferencian entre coches y motos, los suizos tienen el modelo único, para coches y motos y para todo el año. La vignette única: "Una vignette para estafarlos a todos" (mis disculpas a Tolkien)
Puyas aparte, con este sistema te ahorras casetas de peaje y el tráfico es más fluído, reconozco que es práctico... si eres suizo. Si no, es un robo, pura y simplemente, pero es lo que hay, tómatelo como parte de los gastos del viaje, como la gasolina, los hoteles o los ferries. No queda otra que aflojar la mosca o evitar las autopistas. Y hablando de eso, otra cosa a saber si pensaís pasar por Suiza es que las señales de las carreteras tienen los colores al revés que en Francia: en Suiza, las señales indicadoras de autopista tienen el fondo VERDE, y las de carreteras convencionales, el fondo AZUL.


La fockin' vignette de las autopistas suizas

Una vez liquidado (en sentido pecuniario) el trámite fronterizo, avanzamos por la A1 (ya que hemos pagado, hagamos gasto, pensamos), bordeando el lago Lemán hasta Lausanne, donde pensamos hacer un descanso. Una vez allí avanzamos a ojo buscando el lago, siguiendo unos carteles que indican "Embarcadero", hasta llegar a la plaza del puerto viejo. Aparcamos junto a otra moto al lado del pijísimo hotel-restaurante Château d'Ouchy y paseamos por los alrededores. Una pequeña ensenada semicircular a nuestra izquierda acoge a unas cuantas embarcaciones, algunas amarradas a la orilla y otras fondeadas cerca. La superficie del lago está extrañamente tranquila, sorprende que un lago tan grande (el más grande de Europa, creo) no tenga un poco de oleaje.


Panorama este del lago de Lausanne

Tras cruzar un pequeño parque llegamos al puerto deportivo, lleno de veleros pequeños y alguno que otro mediano, donde algún benefactor de aves ha depositado una generosa cantidad de pan que se disputan un abigarrado conjunto de palomas, cuervos, patos y cisnes. De éstos últimos hay muchos, varias decenas pululan tranquilamente por las aguas del interior del puerto deportivo. A la izquierda se halla el embarcadero de la compañía suiza de ferries, donde un barco de paletas magníficamente restaurado espera pasajeros.


Panorama sur del lago de Lausanne

Después del paseo retomamos ruta, bordeando el lago por la nacional hasta Vevey y luego por la A12 dirección norte hasta Fribourg, donde está prevista otra parada e intentaremos comer algo. La ciudad vieja, situada en un meandro del río Sarine, conserva su esencia medieval; merece la pena visitar sus calles en cuesta, fijándose en los pequeños detalles.


Calle de Friburgo. El cartel dice: "Esta es la calle de Esposas fieles y también el lugar de Maridos modelos"

Hay suerte, encontramos un hueco en el parking para motos de la place des Ormeaux, bien céntrico, de modo que atamos los cascos y callejeamos por la ciudad. Luego, tras asegurarnos que admiten pago con tarjeta (no hemos previsto cambiar moneda) comemos de menú en una agradable terraza, con la clavada esperable. Intentamos visitar la catedral de San Nicolás, pero está cerrada, de modo que volvemos a la moto y seguimos ruta.


La ciudad vieja de Friburgo, bajando hacia el río

La siguiente parada prevista es Berna, a donde llegamos enseguida. Buscando el centro, en el primer parking para motos que encontramos cerca de la estación central (bahnhof) dejamos moto y cascos atados y callejeamos tranquilos. Muchas calles lucen la bandera suiza y la del oso, símbolo del cantón de Berna.


La fuente de Anna Seiler, fundadora del primer hospital de Berna


Espectacular torre del reloj en Marktgasse, la calle comercial de Berna

Paseando cruzamos el río Aare por el puente más cercano, el Kornhausbrücke. A ambos lados del río abundan los árboles y los espacios verdes, nada que ver con los atestados centros urbanos de ciudades más al sur. La vida aquí tiene pinta de ser tranquila, aunque dudo mucho que me la pudiera permitir...


El río Aare visto desde el Kornhausbrücke

Volvemos a la moto y seguimos hasta la última parada suiza prevista para hoy: Basilea, ya casi en la frontera franco alemana. A1 hasta Olten y luego A2 hasta Basilea, y repetimos truco: buscar la estación central o el ayuntamiento. Junto a la Bahnhof Basel hay un parquecito, el Elisabethenanlage, y en su lado noreste (De Wette Strasse) un parking de motos y allí volvemos a dejar moto y cascos. Encontramos una oficina de turismo junto a la estación, donde nos sugieren bajar dando un paseo hacia el río que, por cierto, aquí ya es el Rin. De camino vemos la enorme iglesia protestante de Elisabethenkirche (debió ser muy famosa la tal Elisabeth, pues tiene calle, jardín e iglesia) y, callejeando por sus civilizadas calles, llegamos hasta la impresionante catedral. 


El Rin a su paso por Basilea visto desde la catedral

La catedral ha sufrido muchas alteraciones a lo largo de su dilatada existencia: desde su construcción en el S.XII (románico tardío), parcialmente destruida por un terremoto (sí, en Suiza hubo terremotos) en 1356, reconstruída en estilo gótico y ampliada en el S.XV. Originalmente era católica, pero con el triunfo del protestantismo en la zona, en S.XVI pasó a ser una iglesia evangélica. Llama la atención que esté construída en piedra arenisca, con un tono rojizo muy característico.


San Jorge alanceando al dragón en la torre norte que lleva su nombre (Georgsturm, de Jorge, no del dragón)

Tras la visita turística volvemos a la moto, y salir de Basilea y entrar en Alemania es todo uno. Remontamos el Rin por su orilla alemana siguiendo la A5; a nuestra derecha queda la Selva Negra, pero por ahí pasaremos a la vuelta... de momento vamos rumbo norte, y ligerito, que el cielo se encapota amenazadoramente. Dejamos atrás Freiburgo (éste es alemán), Estrasburgo y, poco antes de Baden-Baden, tomamos la salida 30 para ir a un pueblecito con un nombre que se presta al choteo hispánico: Bühl. Aquí vamos a dormir, nada menos que en un convento de monjas de María Auxiliadora. Me doy cuenta de que suena a coña, de modo que me explicaré: al buscar hoteles y B&B's en booking.com encontré uno llamado 'Kloster Maria Hilf' con buen precio y que, por ubicación, nos acercaba a nuestro destino final, Coblenza, de modo que reservé, con cena y todo sin pensármelo mucho. El nombre me tenía mosca, así que googleé un poco y descubrí que las monjitas se han reconvertido a la hostelería, tienen página web y todo: http://www.tge-online.eu/kmh-en/index.php?id=41

A medida que el navegador anuncia distancias cada vez más cortas a destino, la curiosidad me pica cada vez más. Imagino una celda austera con un crucifijo por todo adorno, y una frugal sopa de verduras como cena. En fin, pronto saldremos de dudas. Al llegar veo un paseo arbolado que entra en el convento y, a la izquierda, una pequeña casa de una planta, desde donde dos monjas mayores y con hábito gris nos hacen señas mientras una agradable sonrisa les ilumina el rostro. Paro la moto, bajamos y nos acercamos. Hablan en alemán, de modo que no entiendo ni kartoffel y, al darse cuenta, sacan una lista, murmurando "name, name". Señalo mi nombre en la lista, sus sonrisas se hacen aún más amplias y siguen hablando en alemán. Menos mal que Pilar viene en mi socorro y me traduce, al parecer nos indican que sigamos el paseo y que luego es a la izquierda. Les damos las gracias y avanzamos despacito; tras cruzar un pórtico con una Virgen, vemos un edificio a la izquierda y, delante, una multistrada con placa francesa aparcada, de modo que aparco al lado y entramos en lo que, en efecto, es la recepción.

La mujer que nos atiende en recepción no viste hábito de monja y empieza a hablarnos en alemán. Pilar le contesta y yo aporto mi granito de arena en inglés, pero, al ver los pasaportes, cambia a un español fluído pero con un extraño acento que no consigo identificar. Tras consultarlo en el ordenador nos confirma la cena, nos muestra el comedor y nos acompaña hasta la habitación, que está en la planta baja de otro edificio... este sitio es enorme !!

La habitación resulta ser una grata sorpresa: espaciosa, con baño y ducha, camas cómodas, un armario grande donde dejar toda la parafernalia motera... nada que ver con la celda monacal que tenía en mente. Nos quitamos el disfraz de motero, una ducha rápida y a cenar. El comedor, junto a la recepción, es amplio y está casi vacío. Atacamos al buffet, hay uno caliente y otro frío, no muy variados pero equilibrados y abundantes, y entre eso y una cerveza, cenamos "divinamente". Al salir para volver a la habitación descubrimos que finalmente se ha puesto a llover y, con la carrerita bajo la lluvia, damos por terminada la jornada. Mañana ya entramos en el valle de los castillos del Rin !!

Hotel: Kloster Maria Hilf, Carl-Netter-Str. 7, 77815 Bühl, Germany
Precio : 59€ la hab. doble, desayuno incluído. La cena, 9€ cada uno.
Puntos + : Trato agradable, buen precio, WiFi, habitación grande y bien equipada
Puntos - : Ninguno

Txarly

Día 3: Bühl - Koblenz (260 kms)
https://www.google.es/maps/dir/Carl-Netter-Stra%C3%9Fe+7,+77815+B%C3%BChl,+Germany/Alzey,+Germany/Deutsch-Franz%C3%B6sische+Gesellschaft+M%C3%BCnster-Sarmsheim+e.V.,+Langenbergweg+8,+55424+M%C3%BCnster-Sarmsheim,+Germany/Oberwesel,+Germany/Sankt+Goar,+Germany/Boppard,+Germany/Rhens,+Germany/Koblenz,+Germany/@49.606306,7.7670537,8.75z/data=!4m50!4m49!1m5!1m1!1s0x4796df623ce262bf:0x2cde9267b8675eae!2m2!1d8.14048!2d48.69903!1m5!1m1!1s0x47bd8a6d4cea29d9:0x2f89457181a08aab!2m2!1d8.1171135!2d49.7462012!1m5!1m1!1s0x47bdef85ca70082f:0xdb843f67ae710d61!2m2!1d7.8928882!2d49.9481215!1m5!1m1!1s0x47bddff870033b91:0x422d4d510e175f0!2m2!1d7.7272551!2d50.1065003!1m5!1m1!1s0x47be75ad425f91ad:0x422d4d510dafc00!2m2!1d7.7131202!2d50.1512782!1m5!1m1!1s0x47be704de48bf719:0x4fc1495af64bf585!2m2!1d7.58853!2d50.2311996!1m5!1m1!1s0x47be7a61f596e6c5:0x6f5c15e22274d2c8!2m2!1d7.6155508!2d50.2797338!1m5!1m1!1s0x47be7b5776237d9d:0x422d4d510dab360!2m2!1d7.5889959!2d50.3569429!3e0

Luego de desayunar, esta vez con más gente en el comedor (se ve que en Alemania cenan aún más temprano que en Francia), pagamos la cuenta y nos preparamos para salir. Luce el sol, pero se ven nubes dispersas desplazándose con rapidez... tiempo cambiante, esperemos que haya suerte. Nos despedimos de las monjitas (menudo hallazgo de sitio, a repetir la próxima vez), llenamos el depósito en la gasolinera del pueblo y retomamos la A5 con un ojo en la carretera y otro en las nubes.

Avanzando a ritmo tranquilo (hoy toca etapa corta y prefiero conservar gomas, sobre todo la trasera) dejamos atrás Karlsruhe y Landau, jugando al escondite con las nubes: vemos un negro nubarrón justo delante nuestro, se ve caer la lluvia allá a lo lejos, y cuando parece que el remojón es inevitable, la autopista gira y los libramos por los pelos, con apenas cuatro gotas en la pantalla del casco. Y así varias veces, parece que la suerte nos sonríe hoy.

Con alguna parada de descanso y la esquiva de nubes vamos avanzando y finalmente llegamos a Münster-Sarmshelm, nuestro punto de entrada al valle del Rin. También es el punto donde se diferencia el 'alto Rin' (río arriba, de aquí a Basilea) y el 'medio Rin' (río abajo, de aquí a Bonn) La idea es ir por la orilla izquierda hasta Coblenza, dormir allí e iniciar el descenso por la orilla derecha.

El río discurre caudaloso y tranquilo en una especie de canal natural, ambas orillas están inclinadas formando la llamada "Garganta del Rin", creada por la erosión del río, si bien las paredes distan mucho de ser verticales. En algunas laderas se ven viñedos y aquí y allá hay castillos en mejor o peor estado de conservación. Es el "Rin romántico", patrimonio de la humanidad de la UNESCO desde 2002.


Castillo del Rin

La carretera B9 discurre paralela al río y la via férrea, y avanzamos tranquilos, disfrutando del paisaje y parando de vez en cuando para hacer fotos. Cruzamos un par de pueblecitos que parecen sacados de uno de los cuentos de Grimm, mientras escasas gabarras y ferries turísticos navegan tranquilos. Al llegar a Bacharach aparcamos la moto junto al túnel que cruza bajo las vías para entrar en el pueblo. Vamos a visitarlo e intentar comer algo.


El túnel de entrada a Bacharach. Lo de encima es un restaurante, pero estaba cerrado

Al cruzar el pequeño túnel es como si viajaras en el tiempo; todas las casas del pueblo son, o aparentan ser, del S.XVI, y esperas cruzarte con Hansel y Gretel en cualquier momento.


Calle principal de Bacharach

Encontramos una Posthof al pie de una capilla medio derruída con una agradable terraza parcialmente ocupada y nos instalamos para comer. La especialidad local parecen ser las salchichas, hay una increíble variedad de würst en el menú, de modo que escogemos un par de ellas y las pedimos al camarero, que luce un poblado bigote y habla un inglés básico, pero suficiente.


Terraza de la Posthof

De momento luce el sol y se está a gusto en la terraza, pero se empieza a cubrir. No le doy mucha importancia, pero cuando veo que los lugareños se trasladan al interior, empiezo a recoger la parafernalia motera que habíamos esparramado sobre la amplia mesa, temiéndome lo peor. Al poco gruesos goterones comienzan a caer y la terraza se despeja en un santiamén. Todos nos trasladamos al interior de la Posthof, que resulta ser enorme y con comedores dispersos por varias plantas. Tomo posesión de una mesa junto a una ventana, dejando cazadoras, bolsa sobredepósito y demás, y voy a buscar a Pilar que, oportuna ella, estaba en el baño cuando empezó a llover. Luego me hago ver por el camarero, para que vea a donde nos hemos trasladado, y esperamos a que nos sirvan mientras vemos llover por la ventana.


Aquí es donde al final comimos

La lluvia no es sino el típico chubasco primaveral breve, de modo que, para cuando hemos comido y salimos, ha amainado y enseguida se acaba y asoma sol, que hace brillar el pavimento mojado.


Bacharach

Una vez recorrido el pueblo volvemos a la moto y nos ponemos en marcha, aunque enseguida volvemos a parar; en un islote en medio del río se alza el Pfalzgrafensteinburg, un pequeño castillo con una curiosa torrecita pentagonal. Construído en el S.XIV, servía, junto con el castillo de Gutenfels (en la orilla opuesta a donde estábamos) para recaudar el peaje a los barcos de tránsito. Mediante el expeditivo método de poner una gruesa cadena atravesada en el río los obligaban a detenerse y, si no pagaban, los hacían prisioneros. En la actualidad es un museo, restaurado como estaba en el S.XIV.


El castillo (burg) de Pfalzgrafenstein, en una isla en medio del Rin

Seguimos avanzando junto con el Rin siguiendo sus meandros, disfrutando del paisaje y maravillándonos con tal y cual castillo, mientras el cielo se va cubriendo más y más, y al final resulta evidente que de ésta no nos libramos. A la altura de Boppard empieza a llover y enseguida la lluvia se intensifica, cayendo con fuerza y en abundancia. Bueno, es un test para el equipo de gore-tex de reciente adquisición, a ver si es tan bueno y justifica la inversión. Bajo el ritmo y al poco llegamos a Coblenza, donde la lluvia ha pasado de 'diluvio' a 'llovizna'. Callejeamos en busca del hotel que, al estar en una callejuela lateral, no es fácil de ver a la primera y nos obliga a dar una vuelta completa a la manzana. A la segunda ya sí, aparcamos a la puerta mientras sigue lloviendo mansamente.

Al hacer el check-in nos explican que el hotel no dispone de aparcamiento, pero que hay uno público al lado, y que debería mover la moto si no quiero arriesgarme a una multa. Aunque mi única experiencia con la Polizei ha sido agradable, prefiero no tentar a la suerte y, mientras Pilar se ducha, bajo a aparcar. A la derecha veo una rampa de bajada hacia lo que parece un parking subterráneo, y allí me dirijo, hasta que me doy cuenta que es dirección prohibida. Frustrado por la lluvia y la prohibición, miro alrededor y veo frente a mí una plaza habilitada como parking de lo que parece un edificio de oficinas. La parte de parking, que ocupa la casi totalidad de la plaza, está delimitada por una barrera al lado opuesto donde me hallo y unos maceteros enormes entre los que cabe la moto con maletas y todo. Sin pensármelo mucho me deslizo entre dos maceteros y aparco en un sitio vacío bajo unos soportales. Luego deambulo por la plaza, buscando la garita de vigilante para negociar la estancia.

No la encuentro, pero el viglante, que estaba pelando la pava con una muchacha rubia, sí me ve a mi y me dice algo que interpreto como "¿Puedo ayudarle?". Mi pobre alemán sirve para decir que no hablo alemán (Ich spreche kein deustch) y poco más, y al final la chica rubia, que habla buen inglés, amablemente hace de intérprete. Les explico que acabamos de llegar y que nos vamos mañana temprano, a las 9, y que busco donde aparcar la moto. El hombre me mira fijamente a los ojos y dice "Nine hours?" y yo, viéndole venir, hago ademán de jurar mientras repito "Nine hours" y le mantengo la mirada. Luego me habla en alemán, y por la chica me entero que en ese caso no hay problema, que puedo dejar la moto donde está, pero que mañana sin falta a las nueve tengo que sacarla de allí. Les doy las gracias a ambos, pongo el antirrobo en la moto y vuelvo contento al hotel. Ya podemos salir a descubrir Coblenza !!


Confluencia de los ríos Rin y Mosela en Coblenza (imagen de wikipedia)

Tras un breve descanso, salimos a explorar Coblenza. En recepción nos han proporcionado un mapa de la ciudad, un itinerario para pasear y, visto que sigue lloviendo y a petición nuestra, un paraguas. Primero nos dirigimos al Schlossgarten, un gran pabellón de estilo versallesco de dos plantas a orillas del Rin, con una enorme plaza ajardinada delante donde unos chiquillos juegan al fútbol pese a la lluvia. Ahora lo usan de bar restaurante, así que nos limitamos a observar el exterior y seguimos, atravesando un parque y girando a la derecha hasta llegar al Rin. En lo alto de la orilla contraria vemos la mole de la fortaleza de Ehrenbreitstein, hasta la que se puede ir en un teleférico que cruza el Rin.


Embarcaderos del Rin en Coblenza y fortaleza de Ehrenbreitstein

La orilla está llena de pasarelas con embarcaderos para barcos turísticos que ofrecen circuitos por el Rin y el Mosela. Sin embargo, al ser ya media tarde, entre semana, lloviendo y aún fuera de temporada alta, apenas se ven barcos, y los pocos que hay están vacíos. Seguimos paseando y llegamos al Deustches Eck (la esquina alemana), un espolón de piedra en la confluencia de Rin y Mosela donde la Orden Teutónica construyó un monumento a la gloria del imperio alemán a finales del S. XIX. Consiste en una columnata semicircular en cuyo centro se eleva un mastodóntico pedestal, también columnado, coronado por una enorme estatua ecuestre del emperador Guillermo I en bronce. Todo ello construido en piedra oscura y deslavazado por la lluvia, mi impresión personal fue la de una mole sobria y sin especial gracia, aunque es posible que el día tristón me influenciase negativamente.

Mientras una horda de adolescentes (un curso, probablemente) pasea sus revolucionadas hormonas ante la impasible mirada de Guillermo I, llegamos al extremo del paseo y nos recreamos un rato con la vista de la unión de las dos poderosas corrientes del Rin y el Mosela. Cuando el terreno está, al fin, despejado, Pilar hace algunas fotos y seguimos el paseo, esta vez por la orilla del Mosela, hasta llegar al puente de Balduino. Luego callejeamos por la ciudad vieja, que luce gris y triste con la lluvia, y acabamos entrando en un animado bar, a remojarnos también por dentro. Al darnos cuenta de la hora decidimos cenar un sandwich allí mismo para quitar el cuidado y, al cabo de un buen rato, volvemos al hotel dando un amplio paseo.


El Mosela desde el Deustches Eck y, al fondo, el puente de Balduino

Del hotel comentaros que el baño y la ducha eran compartidos. Nuestra habitación estaba en la última planta (y sin ascensor, claro) y sólo contaba con un servicio, sin ducha. Para ducharse había que bajar una planta y esperar que la ducha no estuviese ocupada, que no siempre era el caso (yo acerté a la segunda) Por lo demás, todo el personal fue muy amable (el paraguas que nos prestaron era de la chica de recepción, no uno del hotel dispuesto a tal fin) y el desayuno fue abundante y delicioso.

Hotel: Hotel Jan van Werth, Von-Werth-Straße 9, Mitte - 56068 Koblenz
Precio : 64€ la hab. doble, desayuno incluído.
Puntos + : Trato agradable, WiFi
Puntos - : Sin parking, baño compartido.

Txarly

Día 4: Coblenza - Heidelberg (215 kms)
https://www.google.es/maps/dir/Von-Werth-Stra%C3%9Fe+9,+56068+Koblenz,+Germany/Kamp-Bornhofen,+Germany/Kaub,+Germany/R%C3%BCdesheim+am+Rhein,+Germany/Mainz,+Germany/Darmstadt,+Germany/Zwingenberg,+Germany/Heppenheim,+Germany/Hotel+Elite+Heidelberg,+Bunsenstra%C3%9Fe+15,+69115+Heidelberg,+Germany/@49.6602797,7.5146695,215578m/data=!3m1!1e3!4m56!4m55!1m5!1m1!1s0x47be7caf59cbe717:0x7f2a8d31ac52b602!2m2!1d7.59264!2d50.35463!1m5!1m1!1s0x47be70d56b615fa1:0x422d4d510db01a0!2m2!1d7.6214706!2d50.2231979!1m5!1m1!1s0x47bdde2ad4cb388d:0xc70c573d61a83a87!2m2!1d7.765754!2d50.0860701!1m5!1m1!1s0x47bde6300d8c792b:0x422435029b0a270!2m2!1d7.9301124!2d49.9821443!1m5!1m1!1s0x47bd912e33df1379:0x422d4d510db1ba0!2m2!1d8.2472526!2d49.9928617!1m5!1m1!1s0x47bd70641173cdd9:0x422435029b0c5f0!2m2!1d8.6511929!2d49.8728253!1m5!1m1!1s0x47bd7d0c6a6e928f:0xdbea21367d5d6c1a!2m2!1d8.6109755!2d49.7250007!1m5!1m1!1s0x4797d9d969c662a5:0xc8354392aaa0c0af!2m2!1d8.6675419!2d49.6430169!1m5!1m1!1s0x4797c0e202010229:0x7e65aee588065679!2m2!1d8.6916177!2d49.4049734!3e0

Nos levantamos temprano y disfrutamos de un copioso y variado desayuno, charlando en inglés con otros huéspedes. Después voy a recuperar la moto (antes de las nueve, claro) y, aunque busco al vigilante para despedirme, no le veo. El cielo está cubierto de nubes, aunque no parece que vaya a llover; después de la lluvia de ayer, con que no descargue me doy por contento. Aparco a la puerta del hotel y en breve está cargada y nos ponemos en marcha. Por un puente cercano al hotel cruzamos el Rin y ponemos rumbo sur por la B42, remontando el río por su orilla derecha.

Tras unos primeros kilómetros banales recorriendo la periferia de Coblenza, enseguida llegamos a la orilla y volvemos a recorrer la 'garganta del Rin', admirando pintorescos pueblecitos y algún que otro castillo aquí o allá. Pasado Kamp-Bornhofen vemos un cartel que indica 'subida al castillo' y, a instancias de Pilar, nos desviamos por la K103, atravesando el pueblo y, a continuación, un frondoso bosque. Tras un corto recorrido por un empinado camino asfaltado llegamos al castillo Liebenstein, reconstruido en parte y transformado, como casi todos, en hotel restaurante.


Vista desde una ventana del castillo

Hay pocos sitios para aparcar, pero es pronto aún y no hay nadie, de modo que aparcamos tranquilamente y disfrutamos de la espectacular vista sobre el Rin.


El Rin a los pies del burg Liebenstein. Enfrente, el pueblo de Bad Salzig

Bajamos a la orilla y seguimos remontando el río, parando donde vemos sitios bonitos (que son muchos) e intentando visitar algún que otro castillo. Os pongo un surtido de fotos para que os hagaís una idea.


Castillo de Katz en St. Goarhausen


La Espe a orillas del Rin en Oberwesel


Barco de mineral frente a Oberwesel. Arriba a la izquierda, el espectacular Schönburg


Schönburg (foto Oller Rainer)

Paramos en Kaub para volver a contemplar tranquilamente el islote-castillo o, más propiamente dicho, el barco de piedra de Pfalzgrafenstein. Desde esta orilla sale un barquito que te permite visitarlo.


Pfalzgrafenstein visto desde la orilla derecha

A medida que remontamos, las orillas se hacen gradualmente menos inclinadas, de modo que para cuando doblamos el recodo de Bingen am Rhein, entrando en el alto Rin, en el paisaje se alternan suaves colinas boscosas y amplias zonas cultivadas. Sigue siendo agradable, pero ha perdido el encanto del 'Rin romántico'.

El puente más cercano se halla en Mainz (Maguncia), famosa por ser donde Gutemberg puso a punto su genial invento, de modo que hacia allá nos dirigimos, con cierto pesar por dejar atrás la garganta del Rin. Seguimos los carteles de 'Zentrum', aparcamos al lado del ayuntamiento, junto al río y, tras asegurar los cascos, vamos a explorar la ciudad.

En la oficina de turismo nos proporcionan un pequeño plano que nos guia por la parte peatonal. Hay sobreabundancia de plazas, grandes explanadas de aspecto moderno y rodeadas de tiendas y cafés, pero que se agrupan sin orden aparente, formando un conjunto abigarrado y confuso pero agradable. El sol, ahora sí, luce con fuerza y la gente pasea, conversa en grupos y ocupa las terrazas de los cafés. Tras cruzar la Marktplatz entramos a visitar la imponente catedral, también de arenisca roja, como la de Basilea.


Claustro de la catedral de Maguncia

De estilo originalmente románico, se empezó a construir a finales del S.X y, como un mal presagio, se quemó el día de su consagración, siendo reconstruída a mediados del S.XI. Con el paso de los años experimentó una serie de modificaciones, y hoy en día impresiona por la altura de sus techos abovedados y los coloreados ventanales góticos.


Detalle de vidriera con el arzobispo fundador y los primeros sucesores

A rebufo de un grupo francés nos colamos en el claustro, magníficamente restaurado de los importantes daños sufridos por bombardeos aliados durante la segunda guerra mundial. Abundan las estatuas policromadas de caballeros con armadura y algún tipo de animal a sus pies (leones, perros...), supongo que restauradas por la viveza de los colores.


Una de las figuras que adornan el claustro

A la salir de la iglesia deambulamos un poco por el centro, encontrando, como cabía esperar, numerosas referencias al maguntino más célebre y a su invención.

Volvemos a la moto y reanudamos ruta hacia nuestro destino de hoy: Heidelberg, ciudad universitaria de la que tenemos buenas referencias. Para que nos de tiempo de verla decidimos tirar por autopista, cruzando otra vez a la orilla derecha del Rin hacia Darmstadt y luego, A5 sur hacia Heidelberg. El terreno es básicamente liso, con una cordillera boscosa a nuestra izquierda, y campos cultivados y pequeños pueblos se van sucediendo a nuestro paso. En poco tiempo llegamos a Heidelberg y el navegador nos lleva derechitos al hotel; una vez registrados tomamos posesión de la habitación, nos vestimos 'de civil', una ducha rápida para quitarse el polvo del camino y allá que vamos a descubrir la ciudad.

El día ha cambiado radicalmente con respecto a esta mañana en Coblenza; luce un sol esplendoroso, no hay ni una sola nube y hay una luminosidad espectacular que no esperaba para nada en Alemania. Y conste que no es una queja, al revés... curioso como la fortuna nos hace pasar de la gris depresión lluviosa a la efervescente alegría de una bonita tarde soleada. Con el pequeño mapa que nos han proporcionado en el hotel, y cámara en ristre, nos dirigimos al casco antiguo, que se extiende a lo largo de la orilla del río Neckar. Avanzamos por la Hauptstrasse, que es la principal calle que lo atraviesa en toda su longitud, y en seguida se hace peatonal. Hay mucha animación, pero a la alemana, o sea sin bullicio ni gritos, muchos bares y terrazas llenas.


Terrazas en la Hauptstrasse


Cartel de una cervecera del casco antiguo de Heidelberg

Las fachadas de las casas se ven muy cuidadas y adornadas, algunas muy recargadas con relieves, frisos, columnas y estatuas, con un inconfundible estilo barroco. El conjunto está muy cuidado y es muy bonito, de modo que el paseo resulta muy agradable.

En la iglesia de la Markplatz observamos divertidos a dos chicas y un chico que, armados con un cartel que pone "FREE HUGS", dan un amistoso abrazo a todo paseante que lo pida. Resulta gracioso verles sonreír y dar saltitos de alegría cuando alguien se dirige hacia ellos abriendo los brazos, me recuerdan a los teletubbies. Luego bajamos hacia el 'alte brücke' (puente viejo), cuya puerta se ve preciosa bañada por el sol poniente. Y desde el puente, la vista de la ciudad y el extenso castillo que la domina resulta espectacular, de modo que nos quedamos un rato haciendo fotos y admirando el panorama.


El puente viejo sobre el Neckar


Vista desde el puente del casco antiguo y el castillo de Heidelberg

Para reponer líquidos (esto de turistear da mucha sed  :drink5:) degustamos unas cervezas artesanas en una Brauhaus y acabamos de recorrer el casco antiguo, asomándonos a ratos a la orilla del río, ocupada por un agradable paseo arbolado. Poco a poco vamos volviendo hacia el hotel; hoy cenaremos unos bocadillos y algo de fruta, comprados ayer en un supermercado de Coblenza.

Comentaros que el hotel no tiene parking, aunque en la calle de la zona residencial donde se encuentra parece no haber problemas de aparcamiento. Al preguntar si puedo guardar la moto en algun lado me sugieren que la deje en el espacio que hay entre la verja y el edificio; no es muy grande pero la moto entra de sobra y no molesta. La parte graciosa es cuando pongo manos a la obra: la puerta de la verja no es lo bastante ancha como para que entre la moto con maletas, de modo que intento abrir la otra mitad y no hay manera, el pestillo que la fija al suelo no se mueve ni un milímetro. Vuelvo a recepción a preguntar si hay algún truco y, poniendo cara de extrañez me dicen que no y, amablemente, salen conmigo a comprobarlo. Por lo que pude ver a continuación me quedó claro que la otra mitad de la puerta no se había abierto en muuuucho tiempo, de manera que zanjé el asunto por la via fácil: desmonto maletas, que no se tarda nada, y problema resuelto.

Hotel: Elite Heidelberg, Bunsenstraße 15, 69115 Heidelberg - Germany
Precio : 79€ la hab. doble, desayuno 7.50€ cada uno
Puntos + : Trato agradable, WiFi, céntrico
Puntos - : Sin parking

odeen

joe.... el rin iba crecido o es que allí están acostumbrados a las inundaciones cada vez que se juntan dos tormentas o el deshielo ? que pasada de viaje, y que envidia sana :)

a disfrutar !!!!

Txarly

Pues yo también lo pensé, Odeen... el viaje fue a finales de Junio, imagino que entre deshielo y lluvias de primavera debe ser cuando más agua baja. Y entre la anchura del cauce y la velocidad del río (no es un torrente de montaña pero, para estar en zona llana, avanza bastante rápido), para que el nivel suba medio metro tiene que caer un diluvio impresionante, y de manera muy prolongada.

Gracias por participar, sigo subiendo etapas (cada vez menos, snif  :bawling: )

Txarly

#11
Día 5: Heidelberg - Baden-Baden (220 kms)
https://www.google.es/maps/dir/Bunsenstra%C3%9Fe+15,+69115+Heidelberg,+Germany/Neckargem%C3%BCnd,+Germany/Eberbach,+Germany/Obrigheim,+Germany/Pforzheim,+Germany/Neuenb%C3%BCrg,+Germany/Bad+Herrenalb,+Germany/Gernsbach,+Germany/Fremersbergstra%C3%9Fe+23,+76530+Baden-Baden,+Germany/@49.1054911,8.3741137,10z/data=!3m1!4b1!4m56!4m55!1m5!1m1!1s0x4797c0e20202b469:0xa78830e7f7ed1f5d!2m2!1d8.6916177!2d49.4049734!1m5!1m1!1s0x4797eaf9f3bf8e53:0x51722ac3bc5cd7a5!2m2!1d8.802281!2d49.3866401!1m5!1m1!1s0x4797ee2b2c1cc34f:0xe377c50c3296d030!2m2!1d8.9898436!2d49.4694813!1m5!1m1!1s0x4797f4a7f50be509:0x41ffd3c8d094f30!2m2!1d9.0924585!2d49.3520813!1m5!1m1!1s0x479771e28f0fa677:0x41ffd3c8d095340!2m2!1d8.6946286!2d48.8921862!1m5!1m1!1s0x479712d328c87a1d:0xd3d29296393731e8!2m2!1d8.5879973!2d48.848368!1m5!1m1!1s0x479716c451b1b443:0x42cf15d5558bfd3c!2m2!1d8.4396748!2d48.7988268!1m5!1m1!1s0x4797183fe1d40add:0x7cbf28fab8778705!2m2!1d8.3437129!2d48.763178!1m5!1m1!1s0x47971f5d8abe3ab1:0x877bc191bb6c71b6!2m2!1d8.2336983!2d48.7536176!3e0

Tras un buen desayuno en el coqueto salón comedor, paso la moto al otro lado de la verja y en poco tiempo ya están montadas las maletas y todo cargado, se nota que vamos acostumbrándonos a cargar y descargar el equipaje. Reviso la programación del GPS, preparada previamente, y nos ponemos en marcha; hoy vamos a recorrer parte del cauce del Neckar, que debe de ser parecido al Rin romántico (o eso dicen) para acabar durmiendo en el colmo del pijismo alemán: Baden-Baden. De camino visitaremos, entre otros, el monasterio de Maulbronn, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1993. El día luce despejado y la temperatura es agradable; si esto no es el paraíso, se le debe de parecer mucho...


Por un momento tuve la impresión de estar desayunando en el salón de mi abuela

Bordeando el casco antiguo de Heidelberg llegamos a la orilla del Neckar y seguimos por la B37, que copia los meandros del río entre suaves colinas arboladas. Como en el Rin romántico, abundan los pequeños pueblos en las riberas, pero no son tan pintorescos, aunque si están bien cuidados. Al llegar a Hirschhorn, primera parada prevista, nos desviamos por una secundaria con buen firme que, con una amplia curva, dibuja el meandro del río. La parte antigua se eleva desde la orilla del río, siguiendo el perfil de la colina, rematada en lo alto por el castillo de turno, del S.XIII y hoy convertido, oh sorpresa, en un hotel-restaurante. Aparcamos en una plaza triangular al inicio de la calle peatonal que sube hacia el castillo y paseamos por el pueblo.


Vista de Hirschhorn desde la iglesia

La calle principal (Hauptstrasse) empieza casi llana, con cafés, restaurantes y tiendas, y luego asciende de manera regular. En la plaza de la primera iglesia nos paramos a hacer unas fotos, y mientras observo la torre de la iglesia (luego me enteré que era del S.XIV y que la habían reutilizado para la iglesia en el S.XVII) veo a Pilar hablando con un abuelete. Me acerco y saludo (a decir 'guten morgen' si llego) y el yayo me suelta una perorata en alemán que, obviamente, no comprendo, de modo que, amablemente, le hago saber que no hablo alemán. El yayo sonríe, afirma con la cabeza y, tras una breve pausa, sigue hablando y mirándome como si le comprendiese. Vaya por Dios, nos ha tocado el tonto del pueblo, pienso, mientras hago gestos a Pilar para que me eche una mano y nos movamos, a ver si así se va. Empezamos a andar calle arriba, cruzando bajo la torre y el yayo no sólo nos acompaña, sino que ¡¡sigue dándome la brasa!! :icon_eek: Sin dejar de hablar, señala hacia abajo, así que aprovecho la ocasión, señalando hacia arriba y echando a andar mientras le digo 'auf Wiedersehen'... y funciona, por el rabillo del ojo le veo alejarse (uf!)


Torre de la iglesia (católica)

Un poco más arriba encontramos la iglesia de un monasterio de carmelitas, de principios del S.XV. Es pequeña pero tiene algunos detalles interesantes, como una curiosa escalera de caracol sin columna central, un altar con un tríptico de tallas policromadas en excelente estado, rodeado de vidrieras góticas y frescos. También hay varias tallas en piedra con epitafios medievales dignos de atención.


Altar de la iglesia del monasterio


Talla medieval de una pareja de nobles

Al salir del pueblo nos damos cuenta que el puente que une ambas orillas es, a la vez, una represa con una doble esclusa para permitir el paso de las barcazas. Estos alemanes, siempre prácticos... Seguimos ruta, parando donde vemos bonito o interesante: Eberbach, Zwingenberg, Neckargerach, Mosbach...


Schloss Zwingenberg


Barcaza navegando por el Neckar a la altura de Zwingenberg

En Gundeshelm vemos un bonito castillo (schloss Horneck), de modo que paramos a visitarlo y, ya de paso, a comer, que ya va tocando. La 'amplia' oferta local consiste en un restaurante y una heladería (más bien EL restaurante y LA heladería), de manera que, tras recorrer el pueblo y subir al castillo, degustamos unas especialidades locales atendidos por una camarera regordeta y simpática que hablaba muy buen inglés. Lo que más nos llamó la atención es lo vacías que se veían las calles del pueblo, no había viejos al sol, ni niños en bicicleta... sorprendente.


Valle del Neckar visto desde el castillo de Horneck

A partir de Mosbach el terreno se ha ido haciendo gradualmente más llano y las colinas cada vez más espaciadas, y pasado Gundeshelm es principalmente plano. Predominan los campos cultivados, con algun que otro bosquecillo aislado, eso sí, todo muy verde. En Heilbronn dejamos la orilla del Neckar y tomamos la L1106 hacia Brackenheim, y luego zigzagueamos un poco hasta Maulbronn. Recorremos despacito el pueblo, buscando indicaciones sobre su monasterio hasta ver abajo a nuestra derecha un imponente edificio que tiene toda la pinta de ser lo que buscamos. Subo la moto a la amplia acera y la aparco donde no moleste, aseguramos los cascos y, cruzando la carretera, nos dirigimos hacia allí. A medida que bajamos por la calle en cuesta vamos descubriendo el impresionante conjunto de uno de los monasterios medievales cistercienses mejor conservados de Europa. No es sólo el monasterio, que ya de por si merece la pena, sino todo el conjunto que forma, con los edificios anexos, una pequeña ciudad medieval alemana perfectamente conservada.


Maqueta del monasterio expuesta en el centro de información al visitante

La suerte ha querido que descubriésemos un acceso lateral, de modo que pululamos, un poco despistados, por el amplio patio, espacio que se extiende ante el monasterio, donde numerosos grupos de personas se afanan montando puestos de lo que parece será una feria medieval. Cerca de la entrada principal encontramos, por fin, el centro de atención al visitante, donde una amable mujer, tras vendernos los billetes de acceso al monasterio, nos guarda las cazadoras y la bolsa sobredepósito, advirtiéndonos que cierran a las 6 y que no quisieran tener que esperarnos para devolvernos nuestras pertenencias. Hay tiempo de sobra para la visita, de modo que con el único peso del folleto informativo (menudo gustazo no tener que ir acarreando la chupa y la bolsa) vamos a recorrer el lugar.


Edificios medievales anexos al monasterio

Fundado en el S.XII, con el protestantismo pasó a ser pabellón de caza de un duque a inicios del S.XVI, y desde mediados del S.XVII es (lo sigue siendo) un seminario protestante. De hecho, la planta alta del monasterio se usa como residencia del seminario, se veía a los jóvenes seminaristas (de ambos sexos, cosa chocante para alguien educado en la intransigente norma católica) subir y bajar por la escalera junto a la entrada de visitantes en la planta baja.

Tras atravesar un moderno torno automático que se activa con la entrada, pasas al interior y es como dar un salto atrás en el tiempo: todo se halla en perfecto estado, magníficamente cuidado y conservado. Las tallas y estatuas no tienen golpes ni arañazos y se díría que lo acaban de construír. Es fantástico.

Mención aparte merece el claustro, con un detalle que lo hace único: la fuente no está en el centro, como suele, sino en un lateral, rodeada por paredes y amplias ventanas tipo gótico como las del claustro y cubierta con una construcción de una planta estilo medieval alemán rematada con un tejado en punta.


El claustro con su curiosa fuente

Recorremos con calma el monasterio, consultando el folleto explicativo y admirando sus detalles: las formas geométricas en piedra tallada de las ventanas, las tallas de madera del coro, un fresco que representa el acta fundacional del monasterio... mil y un detalles que sería demasiado largo de explicar.



El coro del monasterio



Fresco representando el acta fundacional

Atravesando el torno volvemos a salir y recorremos el patio, fijándonos en la cuidada arquitectura medieval de los edificios anexos. Se ven algunas tiendas, todas "medievales", donde puedes encontrar de todo, hasta filtros de amor.


Tienda de filtros y pociones

Para saber más (en inglés): http://whc.unesco.org/en/list/546

Tras recoger bolsa y cazadoras nos despedimos de la amable mujer del centro de atención al visitante y volvemos a la moto comentando detalles de la visita que, por si no se nota, la recomiendo vivamente. Luego atravesamos Pforzheim y, dirección Baden-Baden empezamos a entrar, por fin, en la selva negra (Schwarzwald). El terreno empieza a hacerse más irregular y a cubrirse de bosques. La carretera, cada vez más divertida, empieza a retorcerse entre árboles, dándonos una pista de lo que nos queda por recorrer, y a medida que avanzamos entre curvas, una enorme sonrisa se me pinta en la cara... esto es genial !!

Entramos en Baden-Baden casi sin darnos cuenta y, aunque lo atravesamos casi entero, la abundancia de jardines, parques y árboles hace que tengas la impresión de que estás un barrio residencial de las afueras. El navegador nos lleva hasta la puerta del hotel, que más bien parece un restaurante griego. Aparco en la entrada y pasamos al interior, la decoración tiene referencias griegas pero el estilo definitivamente no lo es. No hay clientes, es pronto aún para cenar, y un camarero con cierto parecido con Jude Law se dirige a nosotros en inglés con un marcado acento ruso, llevándonos a un mostrador y ofreciéndonos algo de beber.

Mientras nos sirve unos vasos de agua fresca (y, de alguna manera, tengo la impresión de que le ha decepcionado que no hayamos pedido vodka), aparece un menda que parece salido de un episodio de Los Soprano: grande, gordo, medio calvo y con el pelo que le queda engominado hacia atrás y aspecto inquietantemente siniestro. Intercambia unas frases en ruso con nuestro camarero, que luego supimos se llamaba Alexei, y éste nos suministra un cuestionario que, nos explica, tenemos que rellenar. Y no se trata del típico cuestionario simple para la policía, herencia de pasados tiempos totalitarios, sino de todo un A4, impreso en varios colores. Al preguntar que para qué tanta pregunta, nos responden que para que tengamos descuento en 'sus otros establecimientos'.

Nos ponemos a rellenar el cuestionario y al ratito ya está, y en ese instante sale de una mesa del fondo una anciana que, así a ojo, debía ser contemporánea de Ramsés. Muy mayor y medio jorobada, pero vestida con ropas de calidad y abundantes joyas, avanza con gran dificultad ayudada por Alexei, que se ha precipitado a su lado en cuanto la ha visto aparecer. El individuo grandote se acerta a su lado también y, para mi sorpresa, le besa la frente con una ternura infinita que no me cuadra para nada con su aspecto granujiento. Alucinado, me quedo parado, de pie, con el formulario en la mano e intercambiando una mirada cómplice con Pilar, mientras pienso "Joooder, nos hemos metido en un hotel de la mafia rusa!!"

Al cabo de un buen rato -la pobre mujer apenas puede andar- vuelve Alexei y empieza a disculparse por hacernos esperar, pero le corto diciéndole que no hay problema y que lo comprendemos perfectamente (pensando "A ver quien es el chulo que le hace un feo a la mamma del capo"). Tras explicarnos los promenores del desayuno, Alexei nos acompaña hasta nuestra habitación y nos deja solos, cosa que aprovechamos para comentar la jugada.

Mientras Pilar se ducha, bajo a por un plano del centro y a ver dónde puedo dejar la moto, y me sugieren que la ponga en un lateral del espacio que hay tras el restaurante, mientras me dan una sección del cuestionario previamente rellenado, dentro de una funda de plástico, para que nos hagan descuentos en sus spas y casinos. Y con esas salimos a explorar Baden-Baden, a cuyo centro se puede ir a pie, nos dicen.

En efecto, en seguida llegamos a un parque, grandes extensiones de césped perfectamente cuidado con caminos de gravilla jalonados por hileras de árboles con una corriente de agua que lo recorre longitudinalmente, cruzada de vez en cuando por pequeños puentecitos que dan acceso a hoteles ultra-pijos, museos o tiendas de muebles de diseño. Ocasionales arriates de flores y alguna fuente completan el panorama, y la palabra que me viene a la mente para describirlo es 'pulquérrimo'.


Fuente en el parque de Baden-Baden

Deambulamos por la zona peatonal de lo que supongo fue el casco antiguo, aunque hoy todo sea nuevo, reluciente y en perfecto estado de revista. Abundan los hoteles de lujo y las tiendas caras. Paseando llegamos hasta las pomposamente denominadas "termas de Caracalla", pero nos llevamos una decepción: de romano, nada de nada, todo es ultramoderno. Al final nos sentamos en la Römerplatz en la terraza de un bistro húngaro, donde un camarero flaco, desgarbado y con un enoooorme bigotón blanco nos sirvió una excelente weissbier y un plato de goulash. Después acabamos de recorrer el centro de Baden-Baden y volvimos al hotel.


El río Oos atraviesa el parque

Añadir que, pese a nuestros temores, por la noche nada nos despertó ni vimos nada raro del estilo de individuos malencarados introduciendo anormalmente abultadas alfombras en maleteros, o transportando sospechosos maletines. Dormimos estupendamente, preparándonos para la segunda 'etapa cumbre' del viaje: cruzar la selva negra por su famosa ruta escénica, la Schwarzwaldhochstraße.

Hotel: Hotel Athos, Fremersbergstraße 23, 76530 Baden-Baden, Germany
Precio : 74€ la hab. doble, desayuno 5 € cada uno
Puntos + : Trato agradable, WiFi, bien situado, buen desayuno
Puntos - : (cualquiera dice nada!! :icon_lol: )

Txarly

Día 6: Baden-Baden - Freiburg im Breisgau (182 kms)
https://www.google.es/maps/dir/Fremersbergstra%C3%9Fe+23,+76530+Baden-Baden,+Germany/Hundseck,+Ottersweier,+Germany/Zuflucht,+Freudenstadt,+Germany/Schapbach,+Bad+Rippoldsau-Schapbach,+Germany/Wolfach,+Germany/78098,+Triberg+im+Schwarzwald,+Germany/79286,+Glottertal,+Germany/Schwarzwaldstra%C3%9Fe+225,+79117+Freiburg+im+Breisgau,+Germany/@48.3427623,7.7740995,10z/data=!4m50!4m49!1m5!1m1!1s0x47971f5d8abe3ab1:0x877bc191bb6c71b6!2m2!1d8.2336983!2d48.7536176!1m5!1m1!1s0x47972421a88bdc9d:0xff06fb8b35a6fc92!2m2!1d8.2310213!2d48.6443923!1m5!1m1!1s0x47972dc51a73bdd5:0x10a0653e6374468!2m2!1d8.24764!2d48.49236!1m5!1m1!1s0x4790cda98bc5558b:0x3a3393820a7c8fdf!2m2!1d8.2929427!2d48.3786233!1m5!1m1!1s0x4790cfaf1d4fa725:0x41f6bb7a5df86b0!2m2!1d8.2149156!2d48.2923644!1m5!1m1!1s0x4790c2354309fcab:0x1c1f6bbb0c941750!2m2!1d8.264361!2d48.1316772!1m5!1m1!1s0x4790e2033e5e19cd:0x1c1f6bbb0c9252d0!2m2!1d7.9408317!2d48.0347305!1m5!1m1!1s0x47911d3d50e16e07:0x44455f98ebdc98b4!2m2!1d7.90357!2d47.98705!3e0

Despertamos temprano, ya por costumbre, y bajamos al comedor, donde nos da la bienvenida una mesa maravillosamente adornada y repleta de cereales, bollería, fruta, yogures, mermelada casera de múltiples variedades, leche, café... mientras desayunamos podemos ver que luce el sol, de modo que el día no puede empezar mejor... Schwarzwaldhochstraße, allá vamos!!

Hoy es día para disfrutarlo a tope. He preprogramado el navegador para recorrer la ruta escénica y zigzaguear por la zona, recorriendo secundarias y cubriendo la mayor área posible. También está previsto visitar alguna de las cascadas de la zona y asomarse un poco a pie al interior del tenebroso bosque... espero que nos de tiempo a todo!

Nada más salir de la aglomeración urbana de Baden-Baden y Lichtental empezamos a vernos rodeados de bosque. Al dejar atrás Geroldsau la B500 (la famosa ruta escénica) se convierte en una sucesión curvas con asfalto en buen estado entre bosques progresivamente más densos, de árboles altos y fondosos y con diferentes tonos de verde. Las curvas son de radio regular, sin sustos, y rodamos tranquilos a la sombra de los árboles con escaso tráfico, cruzándonos con unos pocos grupos de moteros.

En algunos sitios han despejado de árboles una franja rectangular de terreno e instalado un telearrastre para esquiadores, pero hoy, con sol radiante y temperatura agradable, las instalaciones presentan un aspecto desolado y hasta ridículo. Junto a uno de estos arrastres nos desciamos por la L83 dirección Bühl, pero no para saludar a las monjitas ;) sino para dejar la moto en un recodo cercano e internarnos, a pie, en el bosque. Aquí cerca parece ser que hay unas cascadas, las de Gertelbach, y vamos a ver si encontramos alguna. Cualquier excusa es buena para admirar el impresionante bosque desde dentro.


La moto a la entrada del pateillo a las Gelterbach wasserfälle

Aparcamos a la entrada de un camino de tierra, impresiona ver el tamaño de los árboles... la VFR parece un modelo a escala al lado de estos gigantes. Seguimos la pista y, al poco, un cartel indicando 'Wasserfälle' nos hace dejar la pista y descender por un sendero que se adentra en el bosque. A medida que bajamos el bosque se abre un poco, con ocasionales claros que dejan entrar haces de luz solar tamizados por el ramaje. Se oyen cantos aislados de pájaros y, a lo lejos, rumor de agua; no debemos estar lejos. Avanzando en silencio por el sendero te sientes realmente pequeño en semejante inmensidad verde.

El terreno se nivela y, luego de un cruce balizado con carteles indicadores, llegamos a un riachuelo que nos conduce a una pequeña cascadita. Una pasarela de madera en buen estado permite cruzar el riachuelo sin mojarse los pies, aunque con un salto hubiese sido suficiente. Dejamos las cazadoras en el suelo y nos quedamos por la zona unos minutos, haciendo fotos y disfrutando del paisaje.


Gelterbach wasserfälle, o, al menos, una de ellas

Nos encantaría quedarnos y seguir explorando el bosque, pero no vamos equipados y tampoco estaba previsto, de modo que volvemos hacia la moto. En la vuelta debimos de saltarnos algún cruce, pues volvimos por otro sendero diferente que nos llevó un poco más allá de donde estaba la moto, pero sin más consecuencias que el percatarnos de lo fácil que sería perderse en el bosque. Una vez en la moto, volvemos a la carretera escénica que, serpenteando entre bosques y colinas y con algún pequeño estanque de vez en cuando, nos lleva casi sin darnos cuenta hasta Freudenstadt, donde paramos para estirar las piernas, visitar el pueblo y, vista la hora, comer algo. Aparcamos en una calle lateral junto a una enorme plaza cuadradra ocupada por un variopinto mercado. Algunos puestos están ya cerrando y recogiendo, pero aún queda animación y aprovechamos para recorrerlo.

Una calle de cuatro carriles divide la plaza por la mitad, y la mitad oeste, en ligera cuesta, tiene unos pequeños jardines y edficios que parecen interesantes, de modo que hacia ellos nos dirigimos. Así descubrimos, en la esquina sudoeste de la plaza, una curiosa iglesia protestante con planta en forma de L con dos torres de cúpulas verde bronce, una en cada extremo. En su interior una exposición de fotografías mostrando la reconstrucción del edificio nos hacen comprender que antiguamente los hombres entraban por una puerta y las mujeres por la otra, cada uno en 'su' lado de la L. Eso explica la peculiar ubicación del altar, halla situado en el ángulo de la L.


Iglesia de Freudenstadt

Dando la vuelta a la gran plaza finalmente encontramos un restaurante alemán (no hemos venido hasta aquí para alimentarnos de pizzas o crêpes) donde una simpática camarera con buen inglés nos sirvió especialidades locales a precio razonable. Luego seguimos ruta por carreteras secundarias, pasando por Schapbach y Wolfach, en dirección a Triberg, donde hay una cascada que, esta sí, debe ser impresionante. En una de estas secundarias, con aún menos tráfico, tuvimos un bonito encuentro: saliendo de una curva a izquierdas entramos en un pequeño claro del bosque y, al parecer, asustamos a un águila que estaba posada en un árbol a nuestra izquierda, a escasamente tres metros y a poca altura. El magnífico animal aleteó con fuerza, cruzando la carretera de izquierda a derecha ante nuestros maravillados ojos; fue un momento mágico.

Al llegar a Wolfach paramos a estirar las piernas y visitar el pueblo, que es bonito y pintoresco, aunque no tanto como los del Rin romántico. En cualquier caso, el paseo junto al río y por la calle principal (que "casualmente" también se llama Hauptstrasse) nos pareció muy agradable.


Puente de Wolfach

Seguimos dirección sur por una nacional amplia y bien asfaltada avanzando entre, como no, colinas arboladas, aunque de vez en cuando zonas cultivadas anticipan la presencia de algún pequeño núcleo urbano. Al llegar a Triberg, nuestro siguiente destino, recorremos su empinada calle principal despacio hasta llegar junto al ayuntamiento, donde estacionamos en una calle lateral. Luego seguimos a pie hacia arriba, en dirección a la entrada al parque de las cascadas. Triberg es famosa por dos cosas: ser la principal ciudad de la región donde se fabrican los relojes de cuco de la Selva Negra, y por las cscadas del río Gutach, las más altas de la Selva Negra (nos dijeron que 165 mts).


La casa de los mil relojes (de cuco)

Una vez en la caseta de entrada al parque, la mujer se ofrece a guardarnos las cazadoras y bolsa sobredepósito, cosa que aceptamos encantados, y así, ligeros, iniciamos el ascenso por el bien balizado camino. Nada que ver con el paseito anterior por el bosque, aquí el camino es de gravilla con algunos tramos de cemento, equipado con barandillas y puentes, de modo que es imposible perderse. Tras un empinado pero breve ascenso llegamos a la primera cascada de temaño apreciable, a ojo de unos 25 ó 30 mts. Sospecho que los locales han hecho trampa y sumado los desniveles de todas las cascadas y cascaditas de este tramo del Gutach; sólo así me explico lo de los 165 mts. En cualquier caso, el entorno es magnífico, y contemplar el agua saltando entre riscos en medio del bosque y con el sol iluminándola de costado esn su tramo superior es algo que justifica con creces el pequeño esfuerzo.


Una de las cascadas de Triberg

Una vez recuperadas cazadoras, bolsa y moto, seguimos ruta hacia el sur, atravesando varios pueblos con apellido "im Schwarzwald" lo cual demuestra que estamos en pleno corazón de la Selva Negra. La tónica sigue siendo la misma: carretera de buen asfalto que serpentea entre colinas boscosas, con algún pequeño pueblo de vez en cuando. No por repetitivo cansa, al revés, es una gozada conducir la moto por esta región, que desde hoy pasa a ser, en mi limitado ranking personal, una de mis favoritas junto con la Toscana.

Poco a poco y placenteramente pasan los kilómetros y llegamos al final de nuestra etapa de hoy, una ciudad cuyo nombre en castellano suena a inventado: Friburgo de Brisgovia (Freiburg im Brisgau), ciudad universitaria de mediano tamaño pero bastante extensa, como íbamos a descubrir. Primero nos dirigimos al centro, como solemos, pero al ver la hora decidimos que lo mejor es ir a registrarse al hotel. Entonces es cuando, tras recorrer durante kilómetros la exasperantemente inacabable Schwarzwaldstraße, descubrimos que el hotel está en la quinta puñeta en las afueras de Friburgo. Cuando por fin llegamos, vemos que la Gästehaus Ruh tiene una animada terraza junto a la que paramos.

Una vez formalizado el registro, descansamos un poco en la habitación y, visto el emplazamiento del hotel y el cansancio que llevamos, decidimos pasar de la visita al centro, que, de todos modos, sería muy corta, y salimos a estirar las piernas por los alrededores. Andando llegamos a un río, el Dreisam, y damos un largo y agradable paseo por su orilla, charlando, mientras grupos de universitarios organizan meriendas campestres, tocan música, leen o hacen deporte según los gustos de cada cual. Luego volvemos al hotel y disfrutamos de una buena cena en la terraza, prolongando la sobremesa un buen rato. Fue una buena manera de despedirnos, al menos de momento, de Alemania; al día siguiente atravesaremos Suiza y dormiremos al pie del paso de San Gotardo.

Hotel: Gästehaus Ruh, Schwarzwaldstraße 225, 79117 Freiburg im Breisgau, Germany
Precio : 60€ la hab. doble, desayuno 5 € cada uno
Puntos + : Trato agradable, WiFi
Puntos - : Muy, muy, muy lejos del centro

Txarly

Día 7: Freiburg im Breisgau - Wassen(271 kms)
Día 7: Freiburg im Breisgau - Wassen(271 kms)
https://www.google.es/maps/dir/Schwarzwaldstra%C3%9Fe+225,+79117+Freiburg+im+Breisgau,+Germany/Titisee-Neustadt,+Germany/Lenzkirch,+Germany/Bonndorf,+Germany/Schaffhausen,+Switzerland/Winterthur,+Switzerland/Zurich,+Switzerland/Zug,+Switzerland/Brunnen,+Ingenbohl,+Switzerland/Gotthardstrasse,+6484+Wassen,+Switzerland/@47.3417207,7.7255636,9z/data=!3m1!4b1!4m62!4m61!1m5!1m1!1s0x47911d3d50e16e07:0x44455f98ebdc98b4!2m2!1d7.90357!2d47.98705!1m5!1m1!1s0x4790f1d9539c09e7:0xa1511d05963ae6b0!2m2!1d8.1911625!2d47.9237985!1m5!1m1!1s0x4790f1536646f203:0x41f6bb7a5df5970!2m2!1d8.2042573!2d47.8692398!1m5!1m1!1s0x47908afa3f4d2243:0x41f6bb7a5df7780!2m2!1d8.3372044!2d47.8164048!1m5!1m1!1s0x47907f5e15b7650d:0xdfe3a298703e4be7!2m2!1d8.6414424!2d47.7077664!1m5!1m1!1s0x47900ca049c0eabd:0xf098049f41041dec!2m2!1d8.7375646!2d47.49995!1m5!1m1!1s0x47900b9749bea219:0xe66e8df1e71fdc03!2m2!1d8.5391825!2d47.3686498!1m5!1m1!1s0x479aab296046e4f3:0xa950bf03c7e3ea10!2m2!1d8.513854!2d47.1745887!1m5!1m1!1s0x4785503017fc5789:0x9409c325a7e11ee0!2m2!1d8.6101394!2d46.9993805!1m5!1m1!1s0x47856940a4b1ecc7:0xca7d7c3c641a1286!2m2!1d8.5966892!2d46.6968873!3e0

Desayunamos en un amplio salón con pocos comensales y revisamos el itinerario de hoy: dejar Alemania y entrar en Suiza, atravesándola de norte a sur desde Schaffhausen hasta Wassen, al pie del paso de San Gotardo, donde dormiremos. Pasar la noche en Suiza conlleva un gasto extra, pero no fui capaz de encontrar un hotel razonable (por distancia y precio) al otro lado del San Gotardo. Además, hacerse semejante paso de montaña como fin de etapa no me parece prudente, y el tiempo se encargaría de darme la razón.

Pagar la cuenta nos lleva un rato, no aparece nadie por allí. Acostumbrado al carácter, digamos, latino, no deja de sorprenderme -agradablemente- la confianza que tiene aquí la gente en que vas a hacer lo correcto. Una vez cargada la moto y pagada la factura, nos ponemos en ruta hacia el sudeste. La temperatura es agradable y el cielo está cubierto, aunque no parece que amenace lluvia.

La carretera tiene aún el sello 'Selva Negra', serpenteando entre colinas boscosas, y cruzando luego una zona de lagos y embalses. Ascendiendo por la colina de la montaña vemos a nuestra derecha el lago de Titisee, y paramos un momento en el embalse de Windgfällweiher a estirar las piernas y admirar el paisaje. Pena que no sea hora de comer, un picnic aquí tiene que ser una gozada.


Pilar haciendo fotos en el embalse de Windgfällweiher

Un poco más adelante paramos en Schluchsee, también a orillas de un lago, donde un ligero chubasco nos hace acortar la parada. Luego seguimos por una bonita y revirada secundaria, la L170, hasta Bonndorf, donde llenamos el depósito. Y casi sin darnos cuenta, nos plantamos en la frontera Suiza. Al ir por una secundaria no hay atascos... ni controles de ningún tipo, sencillamente atravesamos al paso los vacíos puestos fronterizos. Al final hemos paseado los pasaportes para nada.

Seguimos hasta nuestra primera parada prevista, Neuhausen am Rheinfall, donde, al parecer, el Rin forma una cascada (información obtenida por Pilar, yo no tenía ni idea) Una vez puesto el chip de condución suiza [Flanders mode ON] charlamos en un par de semáforos con un chaval con una Tuono que va en la misma dirección y, siguiendo los carteles de 'Rheinfall', llegamos al sitio. Hay aparcamientos de pago para coches y buses, y también uno para motos, pequeño (unas 20 plazas) pero gratuito, y eso si que es noticia: algo gratis en Suiza !!

Aún es pronto y apenas hay motos, de modo que aparcamos, atamos cascos y vamos a recorrer la zona. El camino desciende suavemente hacia la orilla y bajamos tranquilamente mientras otro pequeño chubasco hace correr a los turistas en busca de refugio. El río hace un recodo brusco, en forma de V, ensanchándose tras la cascada que, por cierto, no parece muy impresionante vista desde aquí dada su escasa altura, 23 mts. El caudal, por otra parte, sí que impresiona y, por lo que veo en la superficie del agua, los remolinos deben de ser tremendos. Carteles en varios idiomas indican que el baño está poohibido por peligro mortal; realmente haría falta ser un inconsciente o un suicida para zambullirse en semejante remolinera.


Vista general de la cascada del Rin

Un paseo ajardinado rodea el recodo del río, ofreciendo una magnífica vista de conjunto de la cascada. Un pequeño dique  hace de puerto para unos barcos que acercan a los turistas intrépidos a un islote rocoso en medio de la cascada. Sobre el dique hay construído un bonito edificio de piedra, el castillo de Wörth, de 4 plantas y tejado en punta que alberga un restaurante.

Para cuando llegamos al dique el chubasco ha parado y nos detenemos un rato a admirar el paisaje y observar las maniobras de los barquitos que depositan a los turistas en el islote. La fuerte corriente y los remolinos dificultan sobremanera el atraque en el pequeño embarcadero de la roca, y a veces los pierdes de vista entre los rociones de la cascada.


Barco llevando pasajeros al islote central

Seguimos el paseo hasta llegar al pie de la cascada, donde unas escaleras suben hasta remontarla. También puedes asomarte a media altura en un pequeño mirador. Desde aquí, más cerca de la corriente, impresiona bastante más. Y una vez arriba, la cosa gana mucho, de modo que permanecemos un rato, haciendo fotos y admirando la vista, con el castillo de Laufen en la orilla opuesta.


Castillo de Laufen y cascada vistos desde arriba

Volvemos paseando a la moto para descubrir que se ha llenado por completo el parking; alguien se llevará una alegría al ver nuestro sitio libre. Luego seguimos hacia el sur dirección Winterthur, combinando tramos de nacional y autopista. Va siendo hora de comer, pero seguimos sin francos suizos, de modo que buscamos algún hiper donde comprar algo para apañar unos bocatas, pagando con tarjeta. En el primero en el que paramos pagamos la novatada de no conocer las enseñas locales, pues es un hiper de jardinería. Sin embargo, en el parking y aprovechando el buen tiempo, han montado un chiringuito que vende salchichas a la parrilla; nos vendría muy bien para comer algo rapidito y seguir ruta, de modo que pruebo suerte. La cosa está difícil ya que no hablo alemán (seguimos en la parte germanoparlante de Suiza) y sólo tengo euros, pero el que la sigue la consigue y al poco estamos almorzando unas aceptables würst con pan de centeno.

Retomamos ruta esquivando Winterthur por nacionales hacia el sur. Debe ser época de abonar porque en cuanto sales de núcleos urbanos, Suiza huele a una mezcla de heno recién segado y mierda. Comentando la cosa de los olores por el intercom descubrimos el por qué huele a mierda: en un campo cercano, un tractor arrastra un depósito con ruedas provisto de un aspersor en su parte final y, de este modo, esparce mierda líquida por todo el campo. Este es, literalmente, un país de mierda.

Con tan olfativas reflexiones llegamos a Rapperswil-Jona, que con un puente y un estrecho istmo separa los lagos Zurichsee y Obersee. Al llegar a la zona peatonal de la ciudad vieja nos infiltramos por una calle peatonal y dejamos la moto donde no moleste ni se vea demasiado; luego aseguramos cascos y vamos a recorrer el casco antiguo, que es pequeño. Callejeamos un poco y acabamos subiendo al castillo (schloss), desde donde sale un paseo con una espectacular vista de ambos lagos.


Castillo de Rapperswil

Intentamos entrar al castillo, pero en el patio de armas están celebrando una boda, y con nuestras chupas de moto íbamos a destacar un poquitín, así que lo dejamos correr y nos llegamos hasta el final del paseo. Allí un grupo de chicas que, a juzgar por las pintas están en plena despedida de soltera, nos abordan para que firmemos en un cuaderno, explicándonos que es un reto que tiene que superar la futura novia. Colaboramos muertos de risa y allá se quedan, bebiendo y disfrutando del momento.


Espectacular vista de los lagos desde el paseo. A la izquierda del puente, el Obersee; a la derecha, el Zurichsee

Negros nubarrones nos espolean para volver a la moto y retomar la ruta. Cruzamos el largo puente, comprobando con curiosidad que si miramos a la izquierda (al este) la cosa esta muuy fea, pero al oeste, el cielo está despejado. La suerte nos sonríe pues nuestro destino, Wassen, está al sur y algo al oeste, y rodamos sobre un asfalto mojado por la reciente lluvia pero que reluce al sol. El paisaje se hace cada vez más y más agreste y, al llegar a Schwyz, es simplemente espectacular, con la carretera bordeando a media ladera un lago rodeado por impresionantes montañas.


La Espe junto al lago Urner See


Los Alpes suizos en todo su esplendor

El tiempo está revuelto, muy primaveral pese a ser casi Julio, y los chubascos nos riegan de vez en cuando. Las nubes enganchadas entre las montañas dan al paisaje un cierto toque de irrealidad, haciéndolo aún más bonito.

Dejamos atrás el lago y enfilamos la A2, que sube gradualmente, encajonada en un estrecho valle, en dirección a Andermatt, paso obligado para llegar a Furkapass, Oberalpass y, nuestro camino mañana, el Gotthardpass. Sigue lloviendo a intervalos, de modo que avanzamos suavemente y enseguida llegamos a la salida de Wassen. Guiados por el navegador, donde se supone está nuestro hotel hay otro hotel diferente, o eso parece por los carteles, pero no se ve a nadie y aquello parece cerrado. Además, es en las afueras del pueblo, que se halla un poco más arriba. Tras habernos parado y recorrido a pie la zona sin éxito, decidimos subir al pueblo a explorar y, si se ve a alguien, preguntar.


Wasser desde la iglesia

Damos media vuelta, pasamos de nuevo bajo la autopista y nada más entrar en Wassen vemos el cartel del Hotel Krone. Aliviados, aparcamos a la entrada junto a la terraza del hotel y procedemos a registrarnos y subir los trastos a la habitación. Luego bajo a meter la moto en un garaje cubierto que me han explicado hay en la parte de atrás. Después vuelvo al hotel, me doy una ducha y salimos a pasear por el pueblo pese a la lluvia que sigue acompañándonos a ratos.


El valle de Wasser, hacia el norte

Se ven grupos de moteros por todas partes, tanto atravesando el pueblo como en los hoteles y restaurantes. El pueblo es bastante pequeño y se recorre rápido, de modo que subimos a ver la iglesia que, en lo alto de una colina enclavada en medio del valle, ofrece una bonita vista de conjunto del estrecho valle. Entre chubasco y chubasco aprovechamos para hacer algunas fotos, mientras me preguntaba, al fondo del profundo valle, cuantas horas al día el pueblo es caldeado por el sol... si las nubes lo permiten, claro.


El valle de Wasser, hacia el sur

De vuelta al hotel, y vista la no muy numerosa oferta del pueblo, decidimos cenar allí, y nos tocó en suerte ser vecinos de mesa de un grupo de moteros que creí entender eran checos, con camisetas del team Repsol Honda y que se tiraron toda la cena trasegando cerveza y hablando de carreras, a juzgar por lo que pude colegir (mi checo es aún peor que mi alemán)


Wasser

Después de la cena tuvimos la ocasión de explicar al personal del hotel nuestra desventura con el navegador, que atribuyo a un error en las coordenadas GPS proporcionadas por booking.com (segunda vez que me pasa este año, y eso que en todos los años que llevo usando ese sitio de reservas de hoteles nunca me había pasado antes) Imagino que se habrán puesto en contacto con ellos para solucionarlo.

Tras una tranquila sobremesa nos retiramos a nuestros aposentos a descansar, esperando que al día siguiente la lluvia nos diese una tregua...

Hotel: Hotel Krone, Gotthardstrasse, 6484 Wassen, Switzerland
Precio : 100 CHF la hab. doble, desayuno incluido
Puntos + : Trato agradable, WiFi, garaje para motos
Puntos - : Baño compartido, caro (en Suiza ya se sabe...), coordenadas Booking.com incorrectas

Txarly

Día 8: Wassen - Niza(520 kms)
https://www.google.es/maps/dir/Gotthardstrasse,+6484+Wassen,+Switzerland/Airolo,+Switzerland/Bellinzona,+Switzerland/Locarno,+Switzerland/Verbania,+Province+of+Verbano-Cusio-Ossola,+Italy/Nice,+France/@45.1993749,6.9676289,8z/data=!3m1!4b1!4m38!4m37!1m5!1m1!1s0x47856940a4b1ecc7:0xca7d7c3c641a1286!2m2!1d8.5966892!2d46.6968873!1m5!1m1!1s0x47857408c2ac3299:0xbc05deea98dcafaf!2m2!1d8.60517!2d46.5297!1m5!1m1!1s0x47844bcafe66f73b:0xfe0f897d85044c14!2m2!1d9.0269178!2d46.1984944!1m5!1m1!1s0x4785c9fcdf682823:0xff9107992fea3a9a!2m2!1d8.7889791!2d46.1679583!1m5!1m1!1s0x4785dee0307e0629:0xddb555f8537a4c8e!2m2!1d8.5554745!2d45.9281855!1m5!1m1!1s0x12cdd0106a852d31:0x40819a5fd979a70!2m2!1d7.2619532!2d43.7101728!3e0

Última etapa del viaje, la más larga, y empezamos con el paso de San Gotardo (ñam, ñam) Los dioses moteros nos sonríen: han espantado la lluvia y luce un sol esplendoroso. Luego de un buen desayuno y de la esperable clavada del hotel suizo, cargamos y nos ponemos en marcha, remontando el estrecho valle. Un pequeño tramo de autopista y enseguida llegamos a Göschenen, donde hay que escoger entre el mastodóntico túnel (17 kms) que atraviesa el macizo y la serpenteante carretera 2 que trepa hasta Andermatt y su estación de esquí para luego subir al paso de San Gotardo e iniciar un vertiginoso descenso a Airolo, donde se halla la boca sur del túnel.

Huelga decir que ignoramos el túnel e iniciamos el ascenso, atrapando enseguida a un grupo de moteros suizos que ruedan a ritmo suizo, es decir, tranquilo y respetando todas las señales [Flanders mode ON]. Algunos tramos del paso están en obras y al principio adoptamos ritmo suizo nosotros también, pero no aguanto ni 5 minutos. Al final del valle, donde la carretera es una sucesión de horquillas en escalera, empiezo a adelantarlos, no sin dejar de admirar el impresionante panorama. Para cuando alcanzamos la meseta de Andermatt hemos adelantado a la casi totalidad del grupo, que en la rotonda se desvía a la izquierda, dirección Oberalppass, mientras que nosotros seguimos en solitario dirección sudoeste por una larga recta, entre el pequeño grupo de edificios que componen Andermatt a nuestra izquierda y el encauzado río Reuss a nuestra derecha, con la mole del Chastelhorn (2,973 mts.) enfrente nuestro.

En Hospental dejamos la 19 a nuestra izquierda, que lleva al Furkapass, y seguimos la 2 hacia el sur. Tras un amplio curvón a izquierdas, la carretera asciende suavemente, encajonada entre el Winterhorn (2660 mts) y el Chastelhorn, pero debemos estar bastante arriba ya porque no se ven tan altos como cabía imaginar. Remite el zigzageo de la carretera, la pendiente se hace menor, atravesamos un largo semitúnel de protección contra aludes y, a la altura de los postes del tendido elétrico de media tensión (un horror paisajístico) paramos junto al lago di San Carlo. Estamos en el paso de San Gotardo, UAU. El termómetro de la VFR marca 9ºC.


Nieve un 28 de Junio... en lo alto del paso de San Gotardo

Hay varios laguitos, y junto al lago más grande (della Piazza), unos edificios que albergan un hotel y el museo de San Gotardo, donde corona la antigua carretera. Por lo demás, el paisaje es rocas, líquenes, hierba rala y manchas de nieve un poco por todas partes. Hacemos unas fotos y, al rato, seguimos ruta. En cuanto dejas el collado e inicias la bajada, a la izquierda se ve el retorcido trazado de la antigua carretera, que ascende penosamente por la ladera este.


La carretera del antiguo paso marea sólo de verla. Y adoquinada!

La ladera oeste, en cambio, traza una amplia curva a izquierdas que enseguida entra en un semitúnel para protegerla de los aludes. El costado izquierdo, abierto, ofrece una espectacular vista panorámica del conjunto de la cara sureste y permite contemplar largamente el trazado de la antigua carretera. Una pena que no haya un apartadero, porque la foto panorámica hubiese sido fantástica. Luego entras en un túnel y reapareces al lado sur del pico de La Fibbia (2739 mts.) En la primera horquilla hay un aparcamiento y un garito/bar/tienda de souvenirs, y la vista del valle al sur, con la carretera bajando en revueltas y voladizos, es de las que quitan el hipo. También se ve la localidad de Airolo y la salida del túnel.


Lado sur del paso


Vista este del paso

En Airolo volvemos a coger la autopista, que son bastantes kilómetros a recorrer hoy. La abandonamos para recorrer la orilla noroeste del lago Maggiore, desde Locarno, aún en Suiza, pasando por Verbania, ya en Italia, y hasta Arona. El lago es de origen glacial, como el de Garda, relativamente grande -unos 54 kms- y, al igual que el de Garda, tuvo una gran fama a inicios del S.XX. Los pueblecitos de sus orillas son, en general, pintorescos y agradables de visitar, aunque  muchos de sus edificios emblemáticos tienen esa pátina característica de esplendores añejos que no deja de tener un cierto encanto caduco.

La carretera es una nacional sencilla de asfalto aceptable, salvo en los tres tramos de obras que nos tocó atravesar, y dibuja la orilla del lago, alternando bosques con pequeños pueblecitos diseminados hasta llegar a Verbania, ya de un cierto tamaño. No es ruta para ir a saco, sino para disfrutar del agradable paisaje.


Lago Maggiore desde Isola Bella (foto Googlemaps)

Tras atravesar Verbania contorneamos el corto brazo izquierdo del lago hacia Stresa, viendo a nuestra izquierda las islas Borromeas. En Arona el terreno es más llano y anodino, aunque no falta bosque y, desde luego, no es ningún secarral. Aquí ya tomamos la autopista, que aún nos queda trecho.

El resto del camino tiene poca historia, al menos para nosotros, puesto que lo hemos hecho varias veces ya: autopista italiana por la llanura del Po. Inicialmente pensaba haber vuelto por Turín, Cuneo y el col de Tende, pero el ya lamentable estado de la goma trasera me obliga a ser prudente y tomar la ruta más directa, rápida y segura. De modo que, con un rictus de resignación en los labios, reprogramo el navegador para que nos lleve por la A26 hasta el mar al oeste de Génova, luego la A10 hasta Ventimiglia, y luego A8 en Francia. En realidad no es que haga falta el navegador, pero prefiero llevarlo por si me despisto, que soy muy capaz.


Estado final de la goma trasera

Una vez en casa, lo normal: desmontar todo, subir maletas, llevar la moto al parking y comprar algo de comer en el chino de cabecera. Y con esto acaba la crónica de un viaje que, como todos los buenos, ha sabido a poco y nos ha dejado con ganas de más. Desde aquí os invito a viajar (en moto, por descontado) que no sólo es altamente enriquecedor, sino que te permite descubrirte a tí mismo. Además, es muuuy divertido y aprendes muchas cosas, ¿qué más se puede pedir?

Como en otras crónicas, si has llegado hasta aquí (¿qué coño haces que no estás viajando?) te agradecemos tu amable atención y tu paciencia con la entrega por episodios en plan culebrón venezolano. Esperamos que hayas disfrutado del viaje y, sobre todo, que te pinche para viajar tú, queremos leer tus crónicas. Y si quieres saber algo más, no te cortes y mándanos un privi; será un placer ayudarte en lo que buenamente sepamos.

Saludos en V !!

Hotel: Micaaaasa
Precio :  el de la letra mensual
Puntos + : Buena comida, trato agradable, WiFi
Puntos - : Aún es en parte del banco...

ManuVFR

Una pasada de viaje  :bienn: :bienn: :bienn: :bienn: :bienn: :bienn:

Agradecerte el curro que te has dado para introducirnos con tus vivencias, anécdotas, fotos, información;  en tu magnifico viaje como compañero observador y participante de esta gran aventura.

Gracias a personas como ustedes, yo me animé a hacer  también mi primer gran viaje en solitario con mi pareja: Una transpirenaica de Oeste a este de 8 días  .

Fue una experiencia inolvidable y comparto con ustedes el gran valor que uno mismo se  gana con estas aventuras.

Te animo a que sigas viajando y compartiendo con nosotros tus momentos de ocio motero.

Un saludo  :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap:



¡¡¡ Mientras lleguemos todos ...... Me da igual  ¡¡¡

ppicazo

Muy buena y constructiva crónica de esa zona de Alemania y Suiza.  A ver si podemos hacer algo así alguna vez.....  Que con dos niñas pequeñas de momento se me antoja complicado.
Enviado desde mi VFR

Txarly

Gracias chicos por vuestros comentarios elogiosos  :icon_redface:
A mí me ha servido para rememorar las vivencias del viaje... bien cierto es eso que dicen que un viaje se disfruta tres veces:
1. Cuando lo planificas
2. Cuando viajas
3. Cuando lo revives

Doy por bueno el curro (porque es un curro) invertido si he conseguido llevaros un poco con nosotros en el baúl  :icon_biggrin:
Me falta añadir alguna foto de las hechas con la cámara (estas son del móvil, salvo algunas sacadas de internet) y editar un video de lo grabado con la GoPlo... uys que perezaaa...  :eusa_think:
V'sss

Nebari

Un placer la lectura y de acompañaros en un viaje tan detallado, completo y tan bien narrado.

Si no fuera por el endiablado idioma que tienen los teutones sería un destino muy apetecible. Bueno ... qué carallo, lo es.

Gracias por compartir con nosotros vuestras grandes vacaciones.  :victory:

cesmae

 :eusa_clap: :eusa_clap:
Una muy buena crónica, me has hecho recordar muchos lugares ya visitados, toda una delicia.

Muchas gracias